Según un chiste infantil, cuando el cepillo de dientes conoció al papel de baño, le dijo: “Y yo que creía que mi oficio era el más asqueroso del mundo”. Cabe imaginar un diálogo así entre un defensor gringo de la política internacional de George W. Bush y uno de esos analistas criollos que han asumido la misma escatológica actividad en nuestros países latinoamericanos.
Y es que defender los desmanes mundiales de Bush ante el público estadounidense ha de ser como cepillarle los dientes al lobo para que luzca una linda sonrisa antes de comerse a la Caperucita. Pero defender las tropelías del gobierno de Estados Unidos ante el público latinoamericano es, sin rodeos, hacer las veces de papel tualé.
Durante la reciente Cumbre de Mar del Plata, vimos a los dos artefactos sanitarios en plena acción, tratando de limpiarle el rostro y otras partes anatómicas al jefe del imperio.
Los cepillos trataron de demostrar que Bush había logrado en Argentina, de una buena vez, conquistar la meta de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Dijeron que al encabezar un bloque de 29 países, contra sólo 5 que se oponen, había alcanzado un triunfo clamoroso. Con la mayor presteza intentaron lavar la imagen del mandatario, cuya presencia en la ciudad sureña fue objeto de masivas manifestaciones de repudio.
Mientras tanto, los analistas-tualé han tenido a su cargo el trabajo más sucio. Algunos de ellos pretendieron hacer creer que la violencia que sacudió Mar del Plata y otras ciudades fue impulsada por el presidente Hugo Chávez, a pesar de que el multitudinario encuentro alternativo que encabezó el líder bolivariano fue incontestablemente pacífico.
Esta vez no pudieron decir que el presidente venezolano se había quedado solo en su clamor contra el ALCA. Los cuatro países del MERCOSUR están en sintonía con esa posición. Entonces sacaron más papel del rollo para explicar que mientras Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay se oponen por razonables causas técnicas, el impertinente de Sabaneta es el único que se opone por irracionales motivos ideológicos. Ellos, en su lógica de limpia traseros, suponen que ese argumento lo deja mal parado cuando, en realidad, es lo que más lo enaltece.
Lo último que inventaron para hacerle el favor a Mr. Dánger fue decir que después de la cumbre, Bush se fue a negociar en privado y a solas con Lula, quien, a diferencia de Chávez, es un tipo sensato. Tal parece que estos analistas, no se limitan a limpiar los regueros, sino que les gusta también comérselos.
Y es que defender los desmanes mundiales de Bush ante el público estadounidense ha de ser como cepillarle los dientes al lobo para que luzca una linda sonrisa antes de comerse a la Caperucita. Pero defender las tropelías del gobierno de Estados Unidos ante el público latinoamericano es, sin rodeos, hacer las veces de papel tualé.
Durante la reciente Cumbre de Mar del Plata, vimos a los dos artefactos sanitarios en plena acción, tratando de limpiarle el rostro y otras partes anatómicas al jefe del imperio.
Los cepillos trataron de demostrar que Bush había logrado en Argentina, de una buena vez, conquistar la meta de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Dijeron que al encabezar un bloque de 29 países, contra sólo 5 que se oponen, había alcanzado un triunfo clamoroso. Con la mayor presteza intentaron lavar la imagen del mandatario, cuya presencia en la ciudad sureña fue objeto de masivas manifestaciones de repudio.
Mientras tanto, los analistas-tualé han tenido a su cargo el trabajo más sucio. Algunos de ellos pretendieron hacer creer que la violencia que sacudió Mar del Plata y otras ciudades fue impulsada por el presidente Hugo Chávez, a pesar de que el multitudinario encuentro alternativo que encabezó el líder bolivariano fue incontestablemente pacífico.
Esta vez no pudieron decir que el presidente venezolano se había quedado solo en su clamor contra el ALCA. Los cuatro países del MERCOSUR están en sintonía con esa posición. Entonces sacaron más papel del rollo para explicar que mientras Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay se oponen por razonables causas técnicas, el impertinente de Sabaneta es el único que se opone por irracionales motivos ideológicos. Ellos, en su lógica de limpia traseros, suponen que ese argumento lo deja mal parado cuando, en realidad, es lo que más lo enaltece.
Lo último que inventaron para hacerle el favor a Mr. Dánger fue decir que después de la cumbre, Bush se fue a negociar en privado y a solas con Lula, quien, a diferencia de Chávez, es un tipo sensato. Tal parece que estos analistas, no se limitan a limpiar los regueros, sino que les gusta también comérselos.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com
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