miércoles, 31 de enero de 2007

Sinfonía tacateña en revolución mayor

Este artículo, por fin, se lo dedico a la señora Filomena

La revolución auténtica está en las pequeñas cosas y puede aparecer, por cierto, en cualquier sitio, incluso en los más encumbrados altares del poder político y en los cotos cerrados de las élites culturales.

En estos días, por ejemplo, me topé con la revolución de las pequeñas cosas oyendo Radio Nacional. En el otrora exclusivo y aristocrático Canal Clásico estaba cantando en vivo Enemecio Sánchez, “El Gabán Tacateño”.

Que los ritmos mirandinos y aragüeños coparan la escena de una frecuencia tradicionalmente reservada a la música “culta” me pareció uno de los síntomas más esperanzadores de que la revolución cultural está en marcha.

Quiero que se entienda bien: no se trata de ir contra los académicos. Nadie vaya a interpretar que estamos proponiendo quemar conservatorios ni desechar por burguesa la genialidad de Bach, Mozart, Beethoven o Vivaldi. Por el contrario, es maravilloso que hasta ahora, en la programación de la 91.1 FM se haya preservado –y hasta mejorado- la difusión de una de las más excelsas expresiones de la divinidad en el género humano. Lo que me parece revolucionario es que de un tiempo a esta parte encontremos allí también, en plan de hermandad con los titanes de la música universal, a los genuinos representantes de los poderes creadores del pueblo.

La iniciativa de este momento revolucionario-musical correspondió al folklorista Capi Donzella, quien se ha empeñado en organizar un encuentro denominado “Vamos a gozar un tuyero”, en las instalaciones de Radio Nacional. Para colmo de gestión cultural participativa y protagónica hubo entrada libre para todos aquellos que quisieron bailar al contagioso ritmo del golpe tuyero.

Unas horas más tarde presencié otro momento revolucionario: decenas de ciudadanas y ciudadanos, hombres y mujeres de diversos estratos sociales, niveles educativos y recursos de oratoria, tomaron la palabra en la sede del Palacio Federal Legislativo, un lugar al que hace apenas unos años, el pueblo sólo podía entrar como público silente y si vestía con ropas domingueras.

Eran los representantes del aún naciente Poder Popular que acudieron a la jornada de Parlamentarismo Social de Calle en la que se analizó el mensaje anual del presidente Chávez al Legislativo y la propuesta de Ley Habilitante. Contrario a lo que muchos vaticinarían, la gente de a pie fue dura y exigente con el Gobierno, lo cual hace todavía más revolucionaria la demostración.

De pronto me sentí bienaventurado por estar presenciando un fenómeno portentoso, el de un pueblo que hace suya la cultura de la participación y se reencuentra con sus raíces. Y aunque soy pésimo en el baile, me provocó calzarme las alpargatas para expresar mi alegría levantando polvo al ritmo del joropo central. Definitivamente, señor Capi, con esta revolución estamos gozando un tuyero.

José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com

lunes, 22 de enero de 2007

Un video escalofriante (y no es el de Sadam)

(Artículo originalmente publicado en Todosadentro, sábado 20-01-07)

No resulta tan impactante como el de la muerte de Sadam Hussein, pero es un video escalofriante. A su manera, también pone en evidencia un lado singularmente perverso de los seres humanos. Ambos pueden ser vistos en ese invento alucinante llamado Youtube, una especie de galería de todas las imágenes de un mundo devorado por las cámaras.

En el video al que me refiero casi estrangulan a alguien, pero no se trata de ningún dictador castigado por la justicia brutal de un imperio cruel y estúpido, sino de un grupo de estudiantes que estaban recibiendo sus títulos de médicos en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y casi linchan a uno de sus compañeros por haber osado cantarles unas cuantas verdades en el acto de grado.

El joven, llamado Carlos Rodríguez Rojas, no desperdició su discurso en frases hechas ni en lacrimógenas nostalgias sino que fue directo a la yugular de un sistema que sigue formando profesionales alienados, desvinculados del enorme problema social que carga en sus hombros el país.

A estas alturas ya casi todos los lectores de este semanario deben haber visto el video al que me refiero, pero para quienes no lo sepan, Rodríguez Rojas hizo referencia a la falta de compromiso de los nuevos médicos, a la convicción con la que egresan de la universidad de que su éxito profesional se medirá por la camioneta 4x4 que lleguen a manejar.

Las palabras del novel cirujano eran, de suyo, suficientes para despertar un debate interesantísimo. Pero lo más impactante fue la reacción de una parte no determinada de los graduandos, quienes comenzaron a gritar, pitar y hacer toda clase de ruidos para sofocar el mensaje de su compañero. No querían oírlo. Son apenas pichones de médicos pero ya piensan como si tuvieran un consultorio en una clínica de cinco estrellas, con la sala de espera llena de doñitas de clase media alta.

Los gritos de “¡fuera, fuera!” se hicieron más fuertes cuando Rodríguez Rojas comparó la actitud predominante de los médicos venezolanos que, según él, se niegan a atender a un paciente porque tiene los pies sucios, con la conducta de los galenos cubanos que atienden a quien lo necesite, lejos de sus familias, en los sitios más lejanos o peligrosos.

El impactante orador de orden hurgó en la conciencia de sus propios compañeros al señalar que la mayoría de ellos estaban esperando ansiosamente que terminará su pasantía para abandonar el pueblo o campo al que hubiesen sido asignados y, entonces sí, dedicarse a hacer dinero.

En un momento dado la bulla fue tan fuerte que en el video es imposible entender el audio. Por fortuna, en aporrea.org se incluyó la trascripción de unas palabras que, sin duda, se enrollan alrededor del cuello de un sector de la sociedad que –vaya paradoja- mientras más estudia, menos entiende los problemas reales del país.

José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com

viernes, 19 de enero de 2007

El desplome bursátil visto desde La Pastora

(Artículo originalmente publicado en Todosadentro del 12-01-07)

Mi vecina la asturiana fue la primera en informarme de que los ADR de la Cantv se habían desplomado. Uno la oye hablando a ella y, de primera impresión puede llegar a creer que es una inversionista de gruesa cartera pero gustos habitacionales excéntricos, pues vive hace 30 años en La Pastora.

Una segunda mirada y ya uno entiende que la señora no hace más que repetir lo que oye.

Para confundirla un poco, grité: “¡Dios mío, se desplomaron! ¿Y fue un atentado? ¿Hay muchos muertos?”. La asturiana se quedó atónita. Me miró con cara de víctima de una cámara escondida y dijo: “Hombre, pero yo tenía entendido que los ADR eran unas acciones de la Cantv que venden allá, en gualestrí”, expresó llena de dudas.

“¡Ah, vecina, pero qué sustos me da usted… yo pensé que habían tumbado la torre de la Cantv de la avenida Libertador!”, riposté, continuando con mi numerito.

“Sí, mire usted que ha bajado tanto de precio que hizo aumentar el riesgo país”, me soltó, ya más confiada, con aire de confidencia.

“¡Vecina, usted como que está estudiando Economía, porque ese tipo de análisis yo se los he oído únicamente a Francisco Faraco y a Orlando Ochoa!”, le comenté.

La señora mostró cara de satisfacción, como si le hubiese dicho el mejor cumplido de los últimos diez años. “No me venga con eso, vecino, que yo sólo soy una mujer que está bien informada porque me preocupo de leer los periódicos bien temprano y tener siempre prendido el televisor”, explicó ella, modosa. “Hoy todos los periódicos y todos los noticieros hablan del desplome”.

“¿Y qué debemos hacer nosotros para cuidarnos las espaldas –pregunté con marcado desasosiego- compramos otra vez atún y sardinas, como para las elecciones; guardamos agua y una linterna?”

La dama, que se dirigía a hacer la compra en un Mercal (es antichavista pero no boba, sabe muy bien dónde venden más barato) retomó fuerzas y me dijo que, desdichadamente, yo no parecía tomarme nada en serio. “Igual que su presidente, todo es una guachafita”, me recriminó.

“La cosa es grave, vecino: fíjese que acá en Caracas, en la Bolsa de Valores, también se han derrumbado las acciones de la Electricidad… Dicen que es porque el señor ése va a nacionalizar todas las empresas y eso hace que se vayan las inversiones extranjeras”, agregó.

“¿Y usted tienen acciones de esas, vecina, cómo es que se llaman… ADR?”, la interrogué con mi mejor cara de pánfilo. “No, vecino, qué ADR ni que ocho cuartos voy a tener yo, si eso es para gente rica”, me respondió la doña.

“Entonces, ¿de qué se preocupa, vecina?”, alcancé a preguntarle, pero no me respondió porque en ese justo momento recibió una llamada por su celular.

Cuchicheó un par de minutos y luego retomó la palabra con aire triunfal: ¡Se fija, qué horror, ahora sí que nos fregamos porque también está subiendo el dólar paralelo!”.

José Pilar Torres torrepílar@hotmail.com

lunes, 8 de enero de 2007

Cerrar RCTV es un mal negocio político

(Artículo originalmente publicado en Todosadentro del 06-01-07)

No le veo el provecho al asunto de cerrar RCTV. Me parece un negocio perdidoso a todo galope para la revolución. Incluso analizándolo desde un punto de vista maquiavélico –que no es mi estilo-, traerá muchas malas consecuencias y muy pocas buenas.

Lo digo a sabiendas de que los promotores del Dogma de la Infalibilidad del comandante Chávez van a anotarme en su lista de los sospechosos de escualidismo, de los cuartorrepublicanos infiltrados, de los bolivarianos descafeinados o, simplemente, de los tipejos blandengues que en los buenos tiempos de la Unión Soviética habrían merecido un período de reeducación en el frío de Siberia.

Echarse encima a esa gente no es una buena manera de comenzar el año, lo sé, pero la autocensura me resulta deprimente. Así que digo lo que pienso: en primer lugar, ni el Presidente, ni ningún funcionario -por más que haya sido electo popularmente, de manera aplastante- tiene derecho a decidir cuáles opiniones políticas deben difundirse y cuáles no. Es más, ni siquiera la mayoría del pueblo, con todo su originario poder constituyente, puede hacerlo. Lo digo como alguien que durante muchos años militó perniciosamente en la minoría. Así que decir: “este medio es golpista y por lo tanto no tiene más permiso”, me parece un abuso de poder aunque se trate de una medida tomada contra quienes han hecho del abuso de su propio poder un modo de vida.

Está a la vista, además, que la no renovación surte un efecto muy lamentable: victimiza a los villanos de esta telenovela, los transforma en unos pobrecitos oprimidos. Creo firmemente que ellos son muchísimo más útiles en su papel natural, el de viejos ridículos y llorones que claman por volver al pasado.

Hay muchos otros aspectos en los que esta decisión produce más pérdidas que ganancias, pero el espacio se agota. Sólo añadiré que el anuncio del presidente el 28 de diciembre ha despertado el dragón del ultrachavismo, que ahora no cesa de lanzar llamaradas. Muchos de los militantes de esta corriente no se conforman con que se apague la señal del canal 2. Aspiran a ver a Marcel Granier y a varios de sus periodistas saliendo esposados de los estudios.

Y, además exigen que Globovisión corra con la misma suerte. No hace falta ser un avezado analista para pronosticar que si el Presidente no muestra con el canal de noticias la misma determinación que evidenció con RCTV decepcionará profundamente a sus seguidores del ala talibán. Y con toda razón -me atrevo a decir- porque ¿si de ofensas, injurias y conspiraciones golpistas se trata, a quién se le ocurriría dejar fuera a Ravell y su combo latino?

En suma, es una pésima jugada política que sólo dará armas a los enemigos del proceso. Que conste en acta mi voto salvado.

José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com