(Artículo publicado originalmente en Todosadentro, sábado 1 de abril de 2006)
No voto en Táchira, pero después de la sesión de la Asamblea Nacional en la que se aprobó la designación como embajador de Francisco Arias Cárdenas, me sentí tan bien representado por Luis Tascón que, hasta nuevo aviso, lo declaro mi diputado particular.
El gocho Tascón es un tipo coherente, lo que a veces parece que fuera mucho pedir.
Evidentemente es de los que creen que la revolución tiene que cuidarse a cada paso de las acechanzas tanto de los genuinos enemigos, como de los falsos amigos que, según el proverbio, tienen un comportamiento muy parecido al de los ratones: huyen cuando hay ruido.
Veamos el contexto: a Tascón lo quieren llevar ante el Tribunal Penal Internacional porque supuestamente se ha dedicado a hacerle la vida imposible a quienes solicitaron el referéndum contra el presidente Hugo Chávez. El antichavismo enfermo acusa a Tascón de elaborar la base de datos mediante la cual se puede determinar quién firmó en contra del Presidente. Como con la fulana lista se le ha negado el derecho a trabajar en organismos públicos a numerosos venezolanos, algunos quieren meter preso al diputado andino en La Haya para después envenenarlo, como le hicieron a Milosevic.
La verdad es que la lista la elaboró Súmate en una época en la que los antichavistas estaban orgullosos de haber firmado. Pero se trata de un tema colateral. Lo cierto es que Tascón ha tenido que cargar con ese muerto. Uno para la oreja por ahí en la cola del banco o en el restaurant y siempre hay alguien diciendo que le mezquinaron un puestico por culpa de Tascón. Pues bien, ya que es el villano de la partida, es lógico que se oponga a que un revolucionario recién reencauchado le dé uno de los cargos clave de la política exterior venezolana.
Si yo hubiese firmado contra Chávez y si me hubiesen excluido laboralmente por ello (un doble supuesto negado), de seguro consideraría a Tascón como un criminal de guerra. Pero, curiosamente, en este caso estaría de acuerdo con él en su terco empeño de votar en contra de Arias Cárdenas. Después de todo, lo que ese señor comandante hizo es, objetivamente, muchísimo más grave para los intereses revolucionarios que firmar una planilla. Fue candidato presidencial contra Chávez en 2000 y, lo peor, asumió como suyo el discursito ése de la contrarrevolución sobre el autoritarismo, el militarismo y el castrocomunismo, dejando a un lado años de amistad y principios políticos.
Y si, como bien dijo mi diputado Tascón, la idea era reincorporarlo, yo le hubiese dado primero una responsabilidad menor. Algo así como gerente de un núcleo endógeno de gallineros verticales, ya que –según se recuerda- es una de sus especialidades.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario