(Artículo publicado originalmente en Todosadentro, del sábado 11 de febrero de 2006)
¿Sabe usted lo que es un cadáver exquisito? Es una forma de creación colectiva propia de los surrealistas del siglo pasado. Un individuo escribía un verso o un párrafo, doblaba el papel y el siguiente participante redactaba lo suyo, sin ver lo anterior. Al final salía un producto disparatado, sin sentido, un collage de incoherencias y loqueteras.
Pues bien, la técnica del cadáver exquisito ha logrado alcanzar grados superlativos de desarrollo en Venezuela. No, no me refiero a que alguna vanguardia poética haya retomado esta modalidad. Es que los medios de comunicación se han convertido en cadáveres -no tan exquisitos- elaborados por cadáveres políticos. ¡Vaya qué cosa tan única!
Usted enciende el televisor y se encuentra a Henry Ramos Allup diciendo como debería funcionar la Asamblea Nacional. Habla de los buenos tiempos en los que AD y Copei se distribuían democráticamente todo lo relacionado con el Poder Legislativo, desde los créditos adicionales hasta los puestos de estacionamiento del edificio Pajaritos. Qué excelencia, qué eficiencia, qué seriedad la de aquellos Congresos. El flashback así inducido nos conduce a un tour por el Museo de Cera de la IV República; al Senado de Morales Bello; la fracción adeca dirigida por Lusinchi y las parodias de controversia que montaban Sánchez Bueno y Haydee Castillo para que el país creyera que estaban en desacuerdo ¡ja!
En otro canal, el vicealmirante Carratú Molina explica por qué el gran derrotado del 4 de febrero fue Chávez. Y a uno le provoca llamar al programa y mandarle a preguntar si eso es así ¿por qué usted está ahí, como un pendejo, hablando zoquetadas, mientras Chávez es un líder internacional?
En la radio, sale Antonio Ledezma, prematuramente convertido en anciano cascarrabias. Se queja porque a la marcha del Presidente vino demasiada gente, casi todos comprados mediante plata, caña y comida. Qué concepto tiene este caballero de aquellos a quienes pretende convencer para que se sumen a su causa.
En los diarios, a falta de nuevas tragedias que magnificar, han optado por celebrarle el cumplemés al viaducto y aprovechan la “fiesta” para lanzar más pronósticos sombríos acerca de la caída brutal del PIB y el aumento drástico de la inflación por la falta del puente.
Allí tenemos, pues, la creación colectiva que son los medios nuestros de cada día, una suma de prosas de odio puro y trozos de poemas malditos y melancólicos. Un gran cadáver hecho con partes de otros cadáveres. ¿Lo exquisito? Bueno, se los quedo debiendo.
Pues bien, la técnica del cadáver exquisito ha logrado alcanzar grados superlativos de desarrollo en Venezuela. No, no me refiero a que alguna vanguardia poética haya retomado esta modalidad. Es que los medios de comunicación se han convertido en cadáveres -no tan exquisitos- elaborados por cadáveres políticos. ¡Vaya qué cosa tan única!
Usted enciende el televisor y se encuentra a Henry Ramos Allup diciendo como debería funcionar la Asamblea Nacional. Habla de los buenos tiempos en los que AD y Copei se distribuían democráticamente todo lo relacionado con el Poder Legislativo, desde los créditos adicionales hasta los puestos de estacionamiento del edificio Pajaritos. Qué excelencia, qué eficiencia, qué seriedad la de aquellos Congresos. El flashback así inducido nos conduce a un tour por el Museo de Cera de la IV República; al Senado de Morales Bello; la fracción adeca dirigida por Lusinchi y las parodias de controversia que montaban Sánchez Bueno y Haydee Castillo para que el país creyera que estaban en desacuerdo ¡ja!
En otro canal, el vicealmirante Carratú Molina explica por qué el gran derrotado del 4 de febrero fue Chávez. Y a uno le provoca llamar al programa y mandarle a preguntar si eso es así ¿por qué usted está ahí, como un pendejo, hablando zoquetadas, mientras Chávez es un líder internacional?
En la radio, sale Antonio Ledezma, prematuramente convertido en anciano cascarrabias. Se queja porque a la marcha del Presidente vino demasiada gente, casi todos comprados mediante plata, caña y comida. Qué concepto tiene este caballero de aquellos a quienes pretende convencer para que se sumen a su causa.
En los diarios, a falta de nuevas tragedias que magnificar, han optado por celebrarle el cumplemés al viaducto y aprovechan la “fiesta” para lanzar más pronósticos sombríos acerca de la caída brutal del PIB y el aumento drástico de la inflación por la falta del puente.
Allí tenemos, pues, la creación colectiva que son los medios nuestros de cada día, una suma de prosas de odio puro y trozos de poemas malditos y melancólicos. Un gran cadáver hecho con partes de otros cadáveres. ¿Lo exquisito? Bueno, se los quedo debiendo.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com
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