sábado, 13 de mayo de 2006

Socialismo Utópico y Marxismo (I)

El Anti-Duhring, esa especie de enciclopedia marxista, está integrada por tres partes: Filosofía, economía política y socialismo. Pienso que de la composición de esa obra se ha derivado la tesis del marxismo como dimanante de tres fuentes: la filosofía clásica alemana; el socialismo utópico especialmente el francés, y la economía política inglesa. Además, los propios clásicos han reiterado numerosas veces sus raigambres en el utopismo socialista, así por ejemplo, Marx, en carta a Sorge, fechada en Londres el 19 de octubre de 1877, expresa que la génesis del socialismo marxista está en socialismo de las utopías.
En este mismo diario hemos venido publicando una serie de artículos sobre el socialismo utópico. La intención ha consistido en poner de relieve el parentesco con los clásicos, parentesco bien visible si comparamos los rasgos de uno y otro. En este sentido, hagamos el cotejo partiendo de los contenidos de los nombrados artículos.
Pensamos que ya en el utopismo renacentista aparecen conexiones con el marxismo. No otra cosa indica el contundente rechazo de la propiedad privada, el señalamiento de su supresión y el efecto negativo global que Moro le atribuye sobre la sociedad, aspectos todos señalados en Utopía, y replanteados, a nivel superior, por Marx y Engels. No otra cosa ocurre con La Ciudad del Sol, donde Campanella postula la comunidad de bienes y expresa la idea de que nadie reciba más de lo que merece, pero que tampoco le falte nada de lo necesario; con lo cual esboza importante adelanto en relación a algunos utopistas posteriores y los propios Marx y Engels cuando éstos plantean el principio de a cada quien según su capacidad y a cada quien según su trabajo. Atisbo genial del utopista italiano el concebir una sociedad donde las cosas sirvan a los hombres y no los hombres a las cosas, con lo cual anticipaba la teoría marxista del hombre y el concepto de alienación, que tan notable papel ha jugado en la filosofía contemporánea. La reducción de la jornada laboral, también propuesta en La Ciudad del Sol, forma parte de las afinidades comentadas.
No hay duda de que ciertos componentes básicos del marxismo tienen su fuente histórica en Saint Simón. Así la alta significación de la ciencia y la trascendental importancia de la industria que éste postula, reaparecen claramente en las apreciaciones de los clásicos marxistas. De igual modo, forma parte de estas conexiones la idea saintsimoniana de que la actividad productiva debe ser regulada sistemáticamente por un plan. Semejantes nexos se observan en la concepción de la historia como un proceso objetivo, en la tesis de que la misma está sometida a fases; nexos éstos que se expresan, por ejemplo, en El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, de Engels, sin descartar el influjo básico de Morgan. También hay parentesco entre el gran utopista francés y el Materialismo Dialéctico e Histórico en la interpretación clasista que aquél hace de la vida histórica y social. El principio de a cada quien según su capacidad y a cada quien según su trabajo, bien caro al marxismo, fue así, en idénticos términos, expresado por Saint Simon. Lo mismo sucede con la eliminación del Estado y su sustitución por la administración sobre las cosas. La tesis saintsimoniana de la subordinación de la política a la economía bosquejó el concepto de la relación base-superestructura.
La sociedad del bienestar para todos que proclama el marxismo fue prevista por el socialista francés cuando sentenció: “la mejor organización social es aquella que procura la máxima felicidad a los hombres que constituyen la mayoría de la sociedad”. Bolívar también lo expresó en casi iguales términos.
Ramón Losada Aldana cantarrana1700@cantv.net

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