Tomás Campanella. 1568, Calabria; 1639, París. Es el autor de otra de las creaciones utópicas más significativa del Renacimiento italiano: La Imaginaria Ciudad del Sol, mejor conocida como Ciudad del Sol. Obra emparentada con La República, de Platón; Cristianópolis, de Andreae; Utopía, de Moro. El propio Campanella expresa que esta última república imaginaria "nos ha servido de ejemplo para las instituciones de la nuestra”.
Un almirante genovés, luego de arribar a una isla desierta y misteriosa, es conducido a la Ciudad del Sol, de la cual cuenta su configuración y estructura, los aspectos de su templo, las características de gobierno, los rasgos de la educación, las funciones de los sabios, las divisiones del trabajo, los procedimientos bélicos, medicina y otros asuntos.
Destaquemos algunas tesis.
En la gran Ciudad del Sol sobresale la comunidad de bienes, rige “la norma fundamental de que todo debía ser común y que solamente la autoridad de los magistrados debía regular su justa distribución. Las ciencias, las dignidades y los placeres son de tal manera comunes que nadie puede apropiarse de cosa alguna". De ahí la preeminencia de lo colectivo: "en opinión de ellos, hay que velar ante todo por la vida de la colectividad; y después, por la de sus componentes". Es lógico que con esas ideas, los "solares" rechacen el régimen de la servidumbre.
En la Ciudad del Sol las necesidades de sus habitantes son cubiertas por los entes comunales: "la comunidad les concede cuanto necesitan. Y los Magistrados cuidan mucho de que nadie reciba más de lo que merece pero tampoco le falte nada de lo necesario" ¿No recuerda esto el principio que Marx y Engels plantean como vía distributiva en la sociedad socialista: de cada cual su capacidad y a cada cual según su trabajo?
Los "solares" impugnan no sólo la riqueza. También rechazan el otro extremo. De acuerdo a ellos, tanto la pobreza como la riqueza envilecen la condición humana. Allí "opinan que la pobreza extrema convierte a los hombres en viles, astutos, engañosos, ladrones, intrigantes, vagabundos, embusteros, testigos falsos, y que la riqueza los hace insolentes, soberbios, ignorantes, traidores, petulantes, falsificadores, jactanciosos, egoístas, provocadores, etc.". En cambio, la comunidad opera los contrarios efectos.
De notable significado es la concepción del proceso educativo: imágenes y trabajo entre sus componentes esenciales, con lo cual Campanella se anticipó a las más avanzadas ideas modernas sobre tan trascendente materia.
A manera de Platón, Campanella pone de relieve la extraordinaria capacidad de los sabios para gobernar. No en vano la Ciudad del Sol lleva el sobretítulo de Idea de una República Filosófica. En este mismo campo de las ideas, Campanella aparece como un precursor de la interdisciplinaridad: "…estamos persuadidos de que quien conoce una sola ciencia, no sabe verdaderamente ni esa ciencia ni las demás".
Al recomendar una jornada de cuatro horas, el insigne italiano, como Moro en Utopía, también se anticipa a las grandes batallas por el mejoramiento de las condiciones sociales de las masas humanas.
Es un alto indicador democrático de la Ciudad del Sol que opere allí una especie de referendo: "siempre que el pueblo lo pide, todos los magistrados…son reemplazados".
En la Ciudad del Sol se tiene una idea de las artes entrañablemente ética. Por eso se afirma que allí "no puede desempeñar la función poética quien introduce la mentira en sus versos".
Se afirma que los habitantes de la Ciudad "no sirven a las cosas, sino que las cosas obedecen a ellos". Es la tesis de Hegel sobre la alienación, desarrollada, de manera profunda, por los autores del socialismo científico varios siglos después.
Un almirante genovés, luego de arribar a una isla desierta y misteriosa, es conducido a la Ciudad del Sol, de la cual cuenta su configuración y estructura, los aspectos de su templo, las características de gobierno, los rasgos de la educación, las funciones de los sabios, las divisiones del trabajo, los procedimientos bélicos, medicina y otros asuntos.
Destaquemos algunas tesis.
En la gran Ciudad del Sol sobresale la comunidad de bienes, rige “la norma fundamental de que todo debía ser común y que solamente la autoridad de los magistrados debía regular su justa distribución. Las ciencias, las dignidades y los placeres son de tal manera comunes que nadie puede apropiarse de cosa alguna". De ahí la preeminencia de lo colectivo: "en opinión de ellos, hay que velar ante todo por la vida de la colectividad; y después, por la de sus componentes". Es lógico que con esas ideas, los "solares" rechacen el régimen de la servidumbre.
En la Ciudad del Sol las necesidades de sus habitantes son cubiertas por los entes comunales: "la comunidad les concede cuanto necesitan. Y los Magistrados cuidan mucho de que nadie reciba más de lo que merece pero tampoco le falte nada de lo necesario" ¿No recuerda esto el principio que Marx y Engels plantean como vía distributiva en la sociedad socialista: de cada cual su capacidad y a cada cual según su trabajo?
Los "solares" impugnan no sólo la riqueza. También rechazan el otro extremo. De acuerdo a ellos, tanto la pobreza como la riqueza envilecen la condición humana. Allí "opinan que la pobreza extrema convierte a los hombres en viles, astutos, engañosos, ladrones, intrigantes, vagabundos, embusteros, testigos falsos, y que la riqueza los hace insolentes, soberbios, ignorantes, traidores, petulantes, falsificadores, jactanciosos, egoístas, provocadores, etc.". En cambio, la comunidad opera los contrarios efectos.
De notable significado es la concepción del proceso educativo: imágenes y trabajo entre sus componentes esenciales, con lo cual Campanella se anticipó a las más avanzadas ideas modernas sobre tan trascendente materia.
A manera de Platón, Campanella pone de relieve la extraordinaria capacidad de los sabios para gobernar. No en vano la Ciudad del Sol lleva el sobretítulo de Idea de una República Filosófica. En este mismo campo de las ideas, Campanella aparece como un precursor de la interdisciplinaridad: "…estamos persuadidos de que quien conoce una sola ciencia, no sabe verdaderamente ni esa ciencia ni las demás".
Al recomendar una jornada de cuatro horas, el insigne italiano, como Moro en Utopía, también se anticipa a las grandes batallas por el mejoramiento de las condiciones sociales de las masas humanas.
Es un alto indicador democrático de la Ciudad del Sol que opere allí una especie de referendo: "siempre que el pueblo lo pide, todos los magistrados…son reemplazados".
En la Ciudad del Sol se tiene una idea de las artes entrañablemente ética. Por eso se afirma que allí "no puede desempeñar la función poética quien introduce la mentira en sus versos".
Se afirma que los habitantes de la Ciudad "no sirven a las cosas, sino que las cosas obedecen a ellos". Es la tesis de Hegel sobre la alienación, desarrollada, de manera profunda, por los autores del socialismo científico varios siglos después.
Ramón Losada Aldana
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