Robert Owen. 1771-1859. Como es sabido, la Revolución Industrial trajo consigo un extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas y, con acelerada velocidad, la división de la sociedad en grandes propietarios capitalistas y vastas masas proletarias desposeídas. Al mismo tiempo, fue generada una serie de graves calamidades, entre las cuales se mencionan: explotación intensiva, miseria, desempleo, sórdidas viviendas, desarraigo, disolución de la familia y de los lazos tradicionales, jornada de trabajo excesiva, especialmente en cuanto se refiere a mujeres y niños. Por otra parte, la clase trabajadora pasa a una situación desconocida y enteramente nueva: de la agricultura a la industria, del campo a la ciudad, de situaciones estables a otras muy fugaces e inseguras. En esas circunstancias, según Engels, se alza Robert Owen como luchador social, quien se destaca en su condición de empresario, filántropo, iniciador de la legislación fabril, promotor eminente de la educación teórica y práctica, inspirador del movimiento cooperativo y “padre del socialismo británico”. Cuentan, entre sus trabajos principales, Sistema Social, El Nuevo Mundo Moral, La Revolución en la Conciencia y la Actividad del Espíritu Humano. También suele citarse Ensayos de la Formación del Carácter.
Seguidor del racionalismo de la Enciclopedia, sostiene que el carácter del hombre lo forma el medio externo, el sistema de la sociedad, y atribuía a ese carácter la fuerza fundamental del acontecer histórico. Como sus principios esenciales se nombran: comunidad de posesión y trabajo, adecuada combinación de trabajo intelectual y físico, desarrollo multilateral de la personalidad, iguales derechos.
Fiel a la concepción del carácter como producto del medio ambiente, sostiene que si éste es la sociedad burguesa, ella resulta ser la causa básica de los males: explotación, desempleo, miseria, anarquía de la producción, pobreza creciente. Tal medio debe ser reemplazado por otro que haga posible la felicidad de todos. Atribuyó portentosa significación a la máquina, pero su efecto benéfico se pondrá de manifiesto sólo cuando ella esté supeditada a la felicidad de todo el género humano. Entre tanto, sólo ocasionará, por vía contradictoria, riqueza para pocos y miseria para muchos.
Indicó la necesidad de agrupar las comunidades en federaciones nacionales e internacionales hasta cubrir todo el planeta, en el que habría una sola lengua, una misma legislación y un solo sistema administrativo.
En la condición de socio y gerente, dirigió la gran fábrica de hilados de New Lamark, Escocia. Con una población creciente de 2500 personas se convirtió, gracias a la labor de Owen, en una colonia verdaderamente modelo, desconocedora de crímenes, embriaguez, jornadas excesivas y otros males sociales. Pero éste y otros éxitos no llenaron las expectativas de Owen. Planteó que las infinitas riquezas generadas por la Revolución Industrial se debían básicamente a la clase obrera, y “a ella debían pertenecer sus frutos”. Por este camino de deducciones prácticas, el socialista inglés llegó a la conclusión de que el gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas constituían la base de una reestructuración social con la propiedad colectiva de todas las riquezas. A esa conclusión llegó también conducido por sus fracasos en los experimentos de Nueva Armonía (Estados Unidos) y Harmony-Hall (Inglaterra). A ello agréguense sus reveses en las solicitudes de colaboración dirigidas a poderosos y gobiernos.
Consideró a la propiedad privada, la religión y la forma actual del matrimonio como los máximos obstáculos al cambio. Esta actitud, entre otras causas, determinó la reacción adversa de las fuerzas dominantes de la sociedad. Estas y otras experiencias, como su penetrante pensamiento, lo conducen al comunismo y a su total entrega a la clase obrera. Por eso afirma Engels: “todos los movimientos sociales, todos los progresos reales registrados en Inglaterra en interés de los obreros, van asociados al nombre de Owen”. No sólo eso, las grandes transformaciones sociales del mundo se vinculan, de uno u otro modo, al sobresaliente socialista británico.
Seguidor del racionalismo de la Enciclopedia, sostiene que el carácter del hombre lo forma el medio externo, el sistema de la sociedad, y atribuía a ese carácter la fuerza fundamental del acontecer histórico. Como sus principios esenciales se nombran: comunidad de posesión y trabajo, adecuada combinación de trabajo intelectual y físico, desarrollo multilateral de la personalidad, iguales derechos.
Fiel a la concepción del carácter como producto del medio ambiente, sostiene que si éste es la sociedad burguesa, ella resulta ser la causa básica de los males: explotación, desempleo, miseria, anarquía de la producción, pobreza creciente. Tal medio debe ser reemplazado por otro que haga posible la felicidad de todos. Atribuyó portentosa significación a la máquina, pero su efecto benéfico se pondrá de manifiesto sólo cuando ella esté supeditada a la felicidad de todo el género humano. Entre tanto, sólo ocasionará, por vía contradictoria, riqueza para pocos y miseria para muchos.
Indicó la necesidad de agrupar las comunidades en federaciones nacionales e internacionales hasta cubrir todo el planeta, en el que habría una sola lengua, una misma legislación y un solo sistema administrativo.
En la condición de socio y gerente, dirigió la gran fábrica de hilados de New Lamark, Escocia. Con una población creciente de 2500 personas se convirtió, gracias a la labor de Owen, en una colonia verdaderamente modelo, desconocedora de crímenes, embriaguez, jornadas excesivas y otros males sociales. Pero éste y otros éxitos no llenaron las expectativas de Owen. Planteó que las infinitas riquezas generadas por la Revolución Industrial se debían básicamente a la clase obrera, y “a ella debían pertenecer sus frutos”. Por este camino de deducciones prácticas, el socialista inglés llegó a la conclusión de que el gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas constituían la base de una reestructuración social con la propiedad colectiva de todas las riquezas. A esa conclusión llegó también conducido por sus fracasos en los experimentos de Nueva Armonía (Estados Unidos) y Harmony-Hall (Inglaterra). A ello agréguense sus reveses en las solicitudes de colaboración dirigidas a poderosos y gobiernos.
Consideró a la propiedad privada, la religión y la forma actual del matrimonio como los máximos obstáculos al cambio. Esta actitud, entre otras causas, determinó la reacción adversa de las fuerzas dominantes de la sociedad. Estas y otras experiencias, como su penetrante pensamiento, lo conducen al comunismo y a su total entrega a la clase obrera. Por eso afirma Engels: “todos los movimientos sociales, todos los progresos reales registrados en Inglaterra en interés de los obreros, van asociados al nombre de Owen”. No sólo eso, las grandes transformaciones sociales del mundo se vinculan, de uno u otro modo, al sobresaliente socialista británico.
Ramón Losada Aldana Cantarrana1700@cantv.net
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