Construir y hacer un proceso de liberación nacional nunca ha sido fácil, y menos en América Latina, donde las oligarquías siempre se han aliado en bloque para evitar los cambios, apoyadas por sus aliados históricos, como la Iglesia, las instituciones educativas privadas, los poderes financieros y los dueños de los grandes medios de producción. Y ahora debemos sumarle a los medios de comunicación, como el instrumento forjador y manipulador de la opinión pública.
El Pueblo tiene allí a sus mayores enemigos, a sus depredadores y explotadores natos y permanentes, aquellos que utilizan el capital para mantener el dominio económico y la alienación de la conciencia. El difícil camino de la independencia plena pasa por procesos simultáneos de dominio y control de los medios de producción y de formación ideológica y ética. Control de la estructura productiva y firmeza ideológica son la vía para evitar que las exigencias y los sacrificios que implica un cambio político y social nos hagan decaer y perder el compromiso en la lucha.
Hay que estar claros: los enemigos del pueblo alimentarán antivalores, promoverán actos terroristas, sabotaje, matrices comunicacionales, desabastecimiento de alimentos, paros y angustia colectiva para producir el caos y la desesperación. En América Latina ese es el patrón del actuar político que ellos siguen, carentes de principios éticos.
Crear conciencia social y de lucha es el reto, es la difícil misión para que el pueblo no se rinda, deje de participar, se quede en casa y se preste para el chantaje. Así atemorizaron a los chilenos en tiempo de Allende, así hicieron con la Nicaragua Sandinista y lo intentaron con Cuba, pero allí la revolución hizo entender al pueblo que la dignidad no se negocia ni se rinde.
¿Estamos nosotros dispuestos en ser asta de nuestras propias banderas? O caminar como corderos mansos llevados al matadero. Un pueblo con conciencia no tiene marcha atrás.
El Pueblo tiene allí a sus mayores enemigos, a sus depredadores y explotadores natos y permanentes, aquellos que utilizan el capital para mantener el dominio económico y la alienación de la conciencia. El difícil camino de la independencia plena pasa por procesos simultáneos de dominio y control de los medios de producción y de formación ideológica y ética. Control de la estructura productiva y firmeza ideológica son la vía para evitar que las exigencias y los sacrificios que implica un cambio político y social nos hagan decaer y perder el compromiso en la lucha.
Hay que estar claros: los enemigos del pueblo alimentarán antivalores, promoverán actos terroristas, sabotaje, matrices comunicacionales, desabastecimiento de alimentos, paros y angustia colectiva para producir el caos y la desesperación. En América Latina ese es el patrón del actuar político que ellos siguen, carentes de principios éticos.
Crear conciencia social y de lucha es el reto, es la difícil misión para que el pueblo no se rinda, deje de participar, se quede en casa y se preste para el chantaje. Así atemorizaron a los chilenos en tiempo de Allende, así hicieron con la Nicaragua Sandinista y lo intentaron con Cuba, pero allí la revolución hizo entender al pueblo que la dignidad no se negocia ni se rinde.
¿Estamos nosotros dispuestos en ser asta de nuestras propias banderas? O caminar como corderos mansos llevados al matadero. Un pueblo con conciencia no tiene marcha atrás.
Martín Zapata
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