(Artículo publicado originalmente en Todosadentro, sábado 28 de octubre de 2006)
El problema de fondo no son las barbaridades que dice Rosales sino el apoyo que sus “ideas” –de alguna manera se les debe llamar- tienen en el antichavismo. No nos confundamos.
Es bueno reflexionar al respecto porque la estupidez del candidato es un rasgo tan notorio que obnubila. La verdad del asunto es que esas “barbaridades” son el pensamiento puro de la derecha, es decir, una cosa seria.
Por ejemplo, cuando Rosales declaró a la televisión gusana que “la mayoría de los chavecistas son parásitos”, no hizo más que expresar, con su prosaico estilo, lo que casi toda la dirigencia opositora y la autodenominada “sociedad civil” piensan acerca del pueblo excluido que en los últimos años ha encontrado caminos de participación. No nos llamemos a engaño.
Cuando el Señor de las Burusas expresa que las misiones son los mismos programas sociales de otros gobiernos demuestra un gran cinismo pero, ¡ojo!, que nadie diga que esas son “cosas de Rosalito”. Lo cierto es que la mayoría de los dirigentes y militantes de la contrarrevolución proclaman lo mismo, con la misma cara dura.
Cuando el candidato sordo a los cantos de ballena advierte que en su gobierno seguirá existiendo la Universidad Bolivariana de Venezuela pero que en ella no se podrá hablar de Carlos Marx o el Che Guevara, no vaya nadie a creer que son imbecilidades personalísimas de un sujeto que ni siquiera debe saber quién fue el senador McCarthy. Nada de eso: es el anticomunismo rampante de la derecha, el mismo sentimiento que se hizo patente la mañana aquella de abril frente a la embajada de Cuba. Es un “¡ustedes se van a tener que comer las alfombras!” dicho con menos histeria.
Así podríamos extender durante muchos párrafos las consideraciones acerca del perfecto paralelismo que existe entre el inteligentazo candidato opositor y el sector nacional e internacional al que representa. Pero no hay espacio disponible para eso y probablemente tampoco paciencia.
Baste entonces con los anteriores ejemplos para generar un alerta. Hay que estar muy pendientes ante los hilarantes deslices del cocinero de las peras al horno porque son algo más que un chiste. Son la auténtica opinión de quienes aspiran a retornas al poder para que todo vuelva a ser como antes.
No nos limitemos entonces a reír de las babiecadas de Rosales porque en los ramilletes de necedades que nos regala casi a diario viene envuelto el pensamiento más feroz de la reacción. Y eso –ustedes bien lo saben- no da risa.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com
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