miércoles, 18 de febrero de 2009

Conciencia y Lucha de Clase para profundizar la Revolución

Uno de los logros del sistema capitalista y de sus aparatos de dominación ideológica es hacerle creer a un segmento de la población algo que no es. En la experiencia revolucionaria que se vive en Venezuela ocurre esto. Por poner un caso, en Caracas muchas personas del este, que viven en las urbanizaciones se sienten atacadas al hablarse de los ricos o de los oligarcas. La oposición a través de sus medios de comunicación social les ha inoculado la paranoia de que van a perder todo; es decir, se confunden los medios de producción (industrias, recursos naturales y energéticos) con los bienes materiales privados (apartamento, vehículos, celular, secador de cabello, ropa y accesorios). Lamentablemente sucede lo mismo en algunas personas de los sectores populares.
En revolución debemos tener la claridad en relación a la conciencia de clases y a la lucha de clases. ¿Se está dando una lucha de clases en la actualidad?
Posiblemente como no existe auténtica y total conciencia de clase social en un importante sector de la población, se produce un desclazamiento que hace ver un supuesto enfrentamiento entre iguales; realmente está sucediendo que los factores de poder (Derecha Política, Iglesia Católica, M.c.s, Fedecámaras, CTV, etc.) han anulado la conciencia de clases de la gente y se los han cambiado por el supuesto sentido de pertenencia institucional o corporativa. Prueba de esto es la carga de cursi sentimentalismo por el caso rctv, o cuando durante el paro petrolero lanzaban las consignas: “con mi iglesia no te metas”, “con mis medios no te metas”, “con mis empresarios no te metas” y otras parecidas. A la final, la gente asume que pertenece a esos consorcios o factores. ¿Será que esos grupos de poder sienten lo mismo por sus trabajadores, feligreses o usuarios? Nunca lo han sentido ni lo sentirán.
Es tiempo de sembrar y de concienciar la lucha de clases para que la revolución se profundice realmente. La batalla de las ideas es imprescindible.

Martin Zapata