M.Sc. Jorge Palacios Jara*
En algunos países de América Latina, vienen soplando vientos con aire democrático, en sus pueblos. Demostraciones antiimperialistas, contra la globalización de la economía, los tratados de “libre” comercio y el neoliberalismo y una vez que las dictaduras militares de corte fascista inspiradas desde el norte, quedaron arrumadas en el escondrijo más recóndito de los basureros históricos. Los procesos electorales ocurridos en el 2004 y 2005, en algunos países de América del Sur, reafirman la necesidad histórica de los pueblos por el cambio, ante la desesperanza y la falta de solución a su problemas y el bienestar colectivo, con la particularidad de que algunos de los gobiernos se califican de izquierda y socialistas o están creando las condiciones para que esto ocurra. Estas nuevas condiciones políticas, plantean la necesidad de debatir principios doctrinarios de teoría política revolucionaria en torno a la naturaleza y características que evidencian estos nuevos gobiernos. ¿Su presencia y acciones, permiten vislumbrar ya el cambio de sistema, del capitalismo al socialismo? ¿Se están creando en estas sociedades las condiciones necesarias para que esto acontezca, a través de gobiernos de izquierda? ¿Se han producido cambios cualitativos que nos enseñan que Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay caminan por el anchuroso cauce del socialismo? Son inquietudes e interrogantes que ameritan, precisamente, la necesidad histórica de un debate. Empecemos señalando que el socialismo es un sistema de organización social, basado en el principio de la igualdad, una etapa intermedia para dar paso al comunismo, a la desaparición de clases sociales y del estado; un proceso mediante el cual la sociedad irá desterrando el utilitarismo, la explotación, mezquindad, opresión y egoísmo; así como las malas costumbres del capitalismo, para dar al comunismo una sociedad limpia y equitativa. El socialismo como doctrina científica apareció a mediados del siglo 19, a medida que se desarrollaba la revolución industrial y las revoluciones sociales de aquel siglo. Después de haber estudiado la filosofía clásica alemana, la economía clásica inglesa y los avances logrados por el socialismo francés y haber cuestionado el pensamiento de los socialistas y comunistas utópicos franceses, británicos y alemanes, Marx desarrolló su teoría de la revolución social y socialista en los años 1840-1844. Posteriormente, es en el Manifiesto del Partido Comunista elaborado por él y su gran amigo y camarada, Federico Engels, en 1848, donde se hace mención a los puntos esenciales del socialismo científico: materialismo histórico, lucha de clases, necesidad de una organización internacional de los obreros y de una nueva forma de poder en manos de estos, para organizar la sociedad comunista. Para Marx significó entonces el estudio serio y sistemático de todo cuanto había producido el pensamiento social, hasta mediados de aquel siglo 19, para entregar la teoría de la revolución socialista, científicamente concebida y superando el socialismo utópico. El socialismo científico que se fundamenta en la teoría marxista y posteriormente en los aportes de V.I. Lenin, no es el resultado de la especulación filosófica, histórica y económica de la mente de estos pensadores; sino la sistematización sometida a crítica y cuestionamiento de todo el conocimiento producido hasta el mencionado siglo 19. De ahí que el socialismo requiera en todo tiempo y lugar, ser tratado, considerado y aplicado como ciencia en cuyo encuadramiento actúan principios y leyes; pues a pesar de lo nuevo u original que puedan aparecer versiones actuales de socialismo tienen que partir como punto de conciencia por los ojos críticos de la teoría científica, original y revolucionaria de Marx, Engels, Lenin y Stalin. No porque esta apreciación desmerezca el avance de los tiempos y la cultura política de los pueblos o caiga en el reduccionismo esquemático, sino porque los principios, las leyes y las categorías de la ciencia marxista nos sirven de guía para la acción, respetando como esta ciencia lo ha hecho, las particularidades propias de cada sociedad, de su historia y del momento por el que atraviesan. Además, Marx fue el primero en explicar la fundamentación científica de la revolución social, del por qué del antagonismo irreconciliable entre trabajadores y capitalistas, entre el Trabajo y el Capital, entre aquellos que nada tienen, que no sea su fuerza de trabajo para venderla a los explotadores, propietarios de los medios de producción y comunicación, que todo tienen y nadan en la abundancia y el derroche. Pero para poder comprender la necesidad histórica de la revolución del capitalismo, al socialismo, en su obra El Capital, Marx realiza una crítica radical a este sistema y a la burguesía, pues afirma que el trabajador nunca recibe la totalidad del valor de su trabajo, de acuerdo a la ley de la Plusvalía como ley económica fundamental de este sistema, lo que obliga al trabajador a laborar más tiempo por menos salario, provocando la concentración cada vez mayor de la riqueza en pocas manos, en tanto que el proletariado aumenta en numero y es más miserable. Esto agudiza el enfrentamiento de clases, entre burguesía y proletariado lo que conducirá al final del modo de producción capitalista, abriendo las posibilidades a un nuevo modo de producción que es el comunista en el que deberá existir la igualdad social y el Estado progresivamente se vaya extinguiendo. Marx establece también que el estado y todos sus órganos son dirigidos por la burguesía a través de los cuales controla y domina a los de abajo en lo económico, político, ideológico y jurídico, mediante el sistema educativo y la cultura. Para llegar al socialismo, la sociedad ha de transitar por un proceso que según lo planteado por Marx, en el Manifiesto del Partido Comunista, deberá ser con violencia porque tendrá que enfrentar los aparatos represivos del estado y porque los explotadores jamás entregarán a la sociedad sus medios de producción de manera pacífica. Los niveles de violencia pueden variar, pero en fin de cuentas tienen que darse como medida de solución a la controversia entre explotados y explotadores; es decir habrá lucha de clases a diferentes niveles. Esto se explica porque las sociedades, al llegar sus fuerzas productivas a un cierto nivel de desarrollo, entran en un serio conflicto con las existentes relaciones de producción; es decir, con las relaciones de propiedad, bajo las cuales se han desarrollado convirtiéndose en cadenas que interrumpen su paso, por lo que para sobrepasarlas empieza una época de revolución social. Para conducirse en este proceso, la clase obrera debe estar bien organizada y deberá ser conducida, junto a sectores poblacionales explotados y de campesinos, por el Partido de la Revolución. Este cambio deberá conducirse de manera paciente porque no es de la noche a la mañana que el proletariado conquistará el poder. Pues como en toda revolución social, su devenir es paulatino, difícil al comienzo, pero inexorable y rápido después, organizado y con perspectiva, para avanzar con seguridad. Marx propone que el estado deberá ser transformado en una dictadura del proletariado, provisional y transitoria, mediante la cual, las antiguas clases dominadas ejercerán su dominio sobre los restos de la burguesía y su Estado hasta su total extinción, evitando los peligros de la contrarrevolución. Esa etapa transitoria se caracterizara por una democracia popular, y transformara la propiedad privada en comunal, dando paso a una sociedad comunista, ya no represiva, en la que todos deberán trabajar por igual, dando a la sociedad aquello que es capaz de dar y obteniendo de ella lo que necesite para existir: de cada quien según su trabajo y a cada cual según sus necesidades. La revolución, por tanto es una necesidad que la sociedad tiene para romper el cerco que le impide avanzar. No es un invento de nadie, sino una urgencia del avance y del progreso.
* El autor de este artículo es Director de la Escuela de Ciencias Sociales y Turismo Histórico Cultural de la Universidad Central del Ecuador.
http://www.periodicopcion.net/article141716.html
En algunos países de América Latina, vienen soplando vientos con aire democrático, en sus pueblos. Demostraciones antiimperialistas, contra la globalización de la economía, los tratados de “libre” comercio y el neoliberalismo y una vez que las dictaduras militares de corte fascista inspiradas desde el norte, quedaron arrumadas en el escondrijo más recóndito de los basureros históricos. Los procesos electorales ocurridos en el 2004 y 2005, en algunos países de América del Sur, reafirman la necesidad histórica de los pueblos por el cambio, ante la desesperanza y la falta de solución a su problemas y el bienestar colectivo, con la particularidad de que algunos de los gobiernos se califican de izquierda y socialistas o están creando las condiciones para que esto ocurra. Estas nuevas condiciones políticas, plantean la necesidad de debatir principios doctrinarios de teoría política revolucionaria en torno a la naturaleza y características que evidencian estos nuevos gobiernos. ¿Su presencia y acciones, permiten vislumbrar ya el cambio de sistema, del capitalismo al socialismo? ¿Se están creando en estas sociedades las condiciones necesarias para que esto acontezca, a través de gobiernos de izquierda? ¿Se han producido cambios cualitativos que nos enseñan que Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay caminan por el anchuroso cauce del socialismo? Son inquietudes e interrogantes que ameritan, precisamente, la necesidad histórica de un debate. Empecemos señalando que el socialismo es un sistema de organización social, basado en el principio de la igualdad, una etapa intermedia para dar paso al comunismo, a la desaparición de clases sociales y del estado; un proceso mediante el cual la sociedad irá desterrando el utilitarismo, la explotación, mezquindad, opresión y egoísmo; así como las malas costumbres del capitalismo, para dar al comunismo una sociedad limpia y equitativa. El socialismo como doctrina científica apareció a mediados del siglo 19, a medida que se desarrollaba la revolución industrial y las revoluciones sociales de aquel siglo. Después de haber estudiado la filosofía clásica alemana, la economía clásica inglesa y los avances logrados por el socialismo francés y haber cuestionado el pensamiento de los socialistas y comunistas utópicos franceses, británicos y alemanes, Marx desarrolló su teoría de la revolución social y socialista en los años 1840-1844. Posteriormente, es en el Manifiesto del Partido Comunista elaborado por él y su gran amigo y camarada, Federico Engels, en 1848, donde se hace mención a los puntos esenciales del socialismo científico: materialismo histórico, lucha de clases, necesidad de una organización internacional de los obreros y de una nueva forma de poder en manos de estos, para organizar la sociedad comunista. Para Marx significó entonces el estudio serio y sistemático de todo cuanto había producido el pensamiento social, hasta mediados de aquel siglo 19, para entregar la teoría de la revolución socialista, científicamente concebida y superando el socialismo utópico. El socialismo científico que se fundamenta en la teoría marxista y posteriormente en los aportes de V.I. Lenin, no es el resultado de la especulación filosófica, histórica y económica de la mente de estos pensadores; sino la sistematización sometida a crítica y cuestionamiento de todo el conocimiento producido hasta el mencionado siglo 19. De ahí que el socialismo requiera en todo tiempo y lugar, ser tratado, considerado y aplicado como ciencia en cuyo encuadramiento actúan principios y leyes; pues a pesar de lo nuevo u original que puedan aparecer versiones actuales de socialismo tienen que partir como punto de conciencia por los ojos críticos de la teoría científica, original y revolucionaria de Marx, Engels, Lenin y Stalin. No porque esta apreciación desmerezca el avance de los tiempos y la cultura política de los pueblos o caiga en el reduccionismo esquemático, sino porque los principios, las leyes y las categorías de la ciencia marxista nos sirven de guía para la acción, respetando como esta ciencia lo ha hecho, las particularidades propias de cada sociedad, de su historia y del momento por el que atraviesan. Además, Marx fue el primero en explicar la fundamentación científica de la revolución social, del por qué del antagonismo irreconciliable entre trabajadores y capitalistas, entre el Trabajo y el Capital, entre aquellos que nada tienen, que no sea su fuerza de trabajo para venderla a los explotadores, propietarios de los medios de producción y comunicación, que todo tienen y nadan en la abundancia y el derroche. Pero para poder comprender la necesidad histórica de la revolución del capitalismo, al socialismo, en su obra El Capital, Marx realiza una crítica radical a este sistema y a la burguesía, pues afirma que el trabajador nunca recibe la totalidad del valor de su trabajo, de acuerdo a la ley de la Plusvalía como ley económica fundamental de este sistema, lo que obliga al trabajador a laborar más tiempo por menos salario, provocando la concentración cada vez mayor de la riqueza en pocas manos, en tanto que el proletariado aumenta en numero y es más miserable. Esto agudiza el enfrentamiento de clases, entre burguesía y proletariado lo que conducirá al final del modo de producción capitalista, abriendo las posibilidades a un nuevo modo de producción que es el comunista en el que deberá existir la igualdad social y el Estado progresivamente se vaya extinguiendo. Marx establece también que el estado y todos sus órganos son dirigidos por la burguesía a través de los cuales controla y domina a los de abajo en lo económico, político, ideológico y jurídico, mediante el sistema educativo y la cultura. Para llegar al socialismo, la sociedad ha de transitar por un proceso que según lo planteado por Marx, en el Manifiesto del Partido Comunista, deberá ser con violencia porque tendrá que enfrentar los aparatos represivos del estado y porque los explotadores jamás entregarán a la sociedad sus medios de producción de manera pacífica. Los niveles de violencia pueden variar, pero en fin de cuentas tienen que darse como medida de solución a la controversia entre explotados y explotadores; es decir habrá lucha de clases a diferentes niveles. Esto se explica porque las sociedades, al llegar sus fuerzas productivas a un cierto nivel de desarrollo, entran en un serio conflicto con las existentes relaciones de producción; es decir, con las relaciones de propiedad, bajo las cuales se han desarrollado convirtiéndose en cadenas que interrumpen su paso, por lo que para sobrepasarlas empieza una época de revolución social. Para conducirse en este proceso, la clase obrera debe estar bien organizada y deberá ser conducida, junto a sectores poblacionales explotados y de campesinos, por el Partido de la Revolución. Este cambio deberá conducirse de manera paciente porque no es de la noche a la mañana que el proletariado conquistará el poder. Pues como en toda revolución social, su devenir es paulatino, difícil al comienzo, pero inexorable y rápido después, organizado y con perspectiva, para avanzar con seguridad. Marx propone que el estado deberá ser transformado en una dictadura del proletariado, provisional y transitoria, mediante la cual, las antiguas clases dominadas ejercerán su dominio sobre los restos de la burguesía y su Estado hasta su total extinción, evitando los peligros de la contrarrevolución. Esa etapa transitoria se caracterizara por una democracia popular, y transformara la propiedad privada en comunal, dando paso a una sociedad comunista, ya no represiva, en la que todos deberán trabajar por igual, dando a la sociedad aquello que es capaz de dar y obteniendo de ella lo que necesite para existir: de cada quien según su trabajo y a cada cual según sus necesidades. La revolución, por tanto es una necesidad que la sociedad tiene para romper el cerco que le impide avanzar. No es un invento de nadie, sino una urgencia del avance y del progreso.
* El autor de este artículo es Director de la Escuela de Ciencias Sociales y Turismo Histórico Cultural de la Universidad Central del Ecuador.
http://www.periodicopcion.net/article141716.html
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