domingo, 23 de octubre de 2005

SIN PEROLES

(Originalmente publicado en Todosadentro sábado 22 de octubre de 2005)
“Mejor celebramos cuando los veamos irse. El anuncio me ha emocionado mucho, pero no es suficiente”, dijo Pancho Ciro cuando los compañeros de antiguas luchas le propusieron montar un gran acto cultural y político para festejar la salida del país de las Nuevas Tribus.
Pancho Ciro, un nombre postizo a petición de la parte interesada, dedicó muchas energías juveniles a denunciar la vergüenza de una colonización tan infamante como la que comenzó en los años 1.500, pero que era llevada a cabo en el siglo XX. Pintó pancartas, escribió proclamas incendiarias, organizó manifestaciones, se fue de activista mochilero a engordar zancudos en San Carlos de Río Negro, firmó denuncias que se le hicieron llegar a todo ser u organización que pudiera tener algo que decir o influir en el bochornoso asunto, desde la Santa Sede hasta Geenpeace.
A consecuencia de estos desvelos se ganó el sambenito de revoltoso, un expediente en la Disip y, años más tarde, un cúmulo de dificultades para obtener la visa de Estados Unidos, pues es bien sabido que los grandes poderes logran que los escándalos sobre sus abusos y miserias se olviden pronto, pero ellos nunca olvidan a quienes hicieron las denuncias.
Pancho Ciro estaba retirado de esa pelea. Su última esperanza la había tenido en 1999, cuando se percató de que Hugo Chávez tenía en su primera línea de colaboradores al antropólogo Alexander Luzardo, uno de los más consecuentes y esclarecidos expertos en la penetración pseudo-religiosa en la selva venezolana del espionaje de Estados Unidos y su famoso complejo industrial-militar.
Pancho Ciro nunca entendió por qué Chávez no nombró ministro del Ambiente al “Cojo” Luzardo, de modo que, decepcionado una vez más, se dedicó a otros asuntos. Su sorpresa fue mayúscula cuando el pasado 12 de octubre, el Presidente dijo lo que dijo. El hombre está optimista, pero ha pasado tantos años viendo fracasar buenos propósitos e iniciativas loables, que prefiere esperar. “Ver para creer”, es su lema de revolucionario curtido de sol y desengaños.
“Eso sí, le sugiero al Presidente que revise sus palabras de ese día. El dijo algo así como ‘que recojan sus peroles y se vayan’. Yo espero que el Gobierno no sea tan ingenuo y que antes de permitirles irse inspeccione muy bien esos peroles. Yo, que conozco el proceder de esa gente, puedo decir que si no los revisan, se van a llevar hasta el Cristo que Chávez lleva en el bolsillo”, advierte Pancho Ciro. Está dicho.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com

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