lunes, 10 de noviembre de 2008

Una tesis sobre el arte de la antinoticia


La hija de un buen amigo, estudiante de Comunicación Social, andaba buscando un tema para su tesis de grado. La semana pasada lo encontró. Ella analizará cómo hicieron los medios privados venezolanos para que fuera más noticia la victoria de los Filis de Filadelfia que el lanzamiento del primer satélite nacional.

Será una tesis sobre malabarismos, claro. Porque para negarle el puesto salidor a un acontecimiento de esa envergadura y dársela a cualquier otra cosa, se requiere ser grandeliga en el arte de la manipulación.

La hija de mi amigo me mostró los primeros apuntes para su proyecto. Allí indica que, en cualquier parte del mundo, cuando un hecho ocurre por primera vez ya tiene ganada buena parte de la carrera para ser calificado como noticia. Para poner un ejemplo del mismo género espacial, cuando la Unión Soviética colocó en órbita al cosmonauta Yuri Gagarin o cuando Estados Unidos puso sobre la Luna a Neil Amstrong. A nadie se le hubiese ocurrido relegar tales temas a un segundo plano.

En el caso que nos ocupa, no cabe la menor duda de que era una primera vez. Hasta ahora, Venezuela no había lanzado al espacio “ni siquiera una alpargata”, como decía la señora Julieta, una maestra de mi escuela, por allá en los años 70. ¿Entonces, por qué no se le dio el lugar que merecía? ¿Será que esta gente no sabe nada de noticia o será que, adrede, practican la antinoticia?


La tesista también analizará por qué no funcionó otro factor universal del periodismo: la proximidad. Los periódicos, los noticiarios de todo el mundo, le dan preferencia a los temas que estén cercanos a su público. Por ejemplo, supongamos que un día hay dos incendios, uno en Catia y otro en el Bronx, cada uno con diez heridos y un edificio destruido. Lo natural es que los periódicos de Caracas le den más importancia al incendio de Catia y los diarios de Nueva York, al del Bronx. En la pugna entre el satélite Venesat 1 versus los Filis de Filadelfia por las primeras páginas venezolanas, este principio general del periodismo no operó. Ganaron los Filis.

Mi amigo, su hija y yo nos preguntamos ¿cuántos fanáticos tendrán los Filis por estos lares, si, además, es uno de los pocos equipos de Grandes Ligas que carece de talento venezolano en su róster?

Quien no entienda lo absurdo de la situación, trate de ponerla al contrario: ¿Se imagina usted un diario de Filadelfia que al día siguiente de ambos acontecimientos hubiese abierto su edición con la noticia de que Venezuela lanzó su primer satélite de telecomunicaciones y dejado en un lugar muy secundario la victoria del equipo de la ciudad sobre los Rays de Tampa Bay en la así llamada Serie Mundial? Yo no me lo imagino, no creo que haya en Estados Unidos un jefe de redacción tan necio.

La pichoncita de periodista añade otro elemento: en los diarios no especializados en deporte rara vez una noticia deportiva es colocada sobre una de información general, política o económica. Para que ello ocurra, tendríamos que estar en presencia de una verdadera hazaña, digamos, exagerando un poco, que la Vinotinto le metiera 5 a 0 a Brasil en el Maracaná.

La futura licenciada adelanta ya la conclusión de su trabajo de grado. Estos medios, a fuerza de ser antirrevolucionarios, antichavistas y antivenezolanos han terminado por ser también antiperiodísticos.

José Pilar Torres

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