Hace pocos días nos consternamos con la noticia de la masacre de cincuenta personas en la población de Bagua en la región amazónica peruana. El saldo mortal fue de 50 personas asesinadas entre civiles y policías. Cabe destacar que aún no se sabe quienes asesinaron a los policías; cosa que resulta extraña.
Este crimen constituye un golpe durísimo de parte del gobierno peruano para con las comunidades originarias de nuestra América y al mismo tiempo desde la interpretación del mismo se plantea una nueva forma de lucha por la justicia. La lucha y búsqueda de la justicia no es un insumo que le pertenece a partido o ideología política de manera exclusiva, ésta es característica de los pueblos que ansían emancipación y liberación.
Pese a la desinformación y falta de interés sobre este lamentable acontecimiento por parte de la SIP; de los grandes consorcios norteamericanos y de sus secuaces y pares en América Latina, nos regocija y enorgullece el papel que han jugado los verdaderos y genuinos medios de comunicación social alternativos que han roto ese cómplice silencio.
La verdad sobre el genocidio cometido por Alan García y su gobierno comprometido con la rancia y tradicional oligarquía peruana así como con los TLC con USA y Canadá, radica en el empeño de los grandes grupos económicos y políticos por imponer un modelo hegemónico y globalizador de corte neoliberal, cuyo objetivo es el control geopolítico sobre los recursos energéticos, la biodiversidad y la presencia en este punto estratégico de la región. Todo este proyecto atenta contra la cultura, la naturaleza y el desarrollo sustentable.
¿Qué extraño que los intelectuales que visitaron nuestro país no se han pronunciado? Nos gustaría oir la voz de Mario Vargas Llosa denunciando esta violación de los DDHH. ¿Dónde están los medios de comunicación social privados?
Nuestros ojos y oídos deben estar abiertos y nuestras acciones deben ser solidarias ante estos atropellos asesinos y antidemocráticos.
Este crimen constituye un golpe durísimo de parte del gobierno peruano para con las comunidades originarias de nuestra América y al mismo tiempo desde la interpretación del mismo se plantea una nueva forma de lucha por la justicia. La lucha y búsqueda de la justicia no es un insumo que le pertenece a partido o ideología política de manera exclusiva, ésta es característica de los pueblos que ansían emancipación y liberación.
Pese a la desinformación y falta de interés sobre este lamentable acontecimiento por parte de la SIP; de los grandes consorcios norteamericanos y de sus secuaces y pares en América Latina, nos regocija y enorgullece el papel que han jugado los verdaderos y genuinos medios de comunicación social alternativos que han roto ese cómplice silencio.
La verdad sobre el genocidio cometido por Alan García y su gobierno comprometido con la rancia y tradicional oligarquía peruana así como con los TLC con USA y Canadá, radica en el empeño de los grandes grupos económicos y políticos por imponer un modelo hegemónico y globalizador de corte neoliberal, cuyo objetivo es el control geopolítico sobre los recursos energéticos, la biodiversidad y la presencia en este punto estratégico de la región. Todo este proyecto atenta contra la cultura, la naturaleza y el desarrollo sustentable.
¿Qué extraño que los intelectuales que visitaron nuestro país no se han pronunciado? Nos gustaría oir la voz de Mario Vargas Llosa denunciando esta violación de los DDHH. ¿Dónde están los medios de comunicación social privados?
Nuestros ojos y oídos deben estar abiertos y nuestras acciones deben ser solidarias ante estos atropellos asesinos y antidemocráticos.
Martín Zapata
mezapata@cantv.net
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