Los 10 años de vida que lleva el proceso revolucionario han sido también 10 años de debate sobre su carácter de movimiento de izquierda. Para muchos “izquierda” es un término bien conocido, pero no son pocos aquellos para quienes resulta una novedad. La izquierda ideológica está identificada con una praxis política de reivindicaciones sociales en favor de los más pobres y en consonancia con la exaltación de la dignidad humana. Pero la derecha le ha hecho creer a la gente que la izquierda está en contra del individuo y que casi lo anula en función de la afirmación del colectivo.
Somos de izquierda precisamente porque apostamos por el Hombre Nuevo, el hombre lleno de amor hacia sus semejantes y hacia el cosmos. Es el hombre que retribuye a la naturaleza lo que ésta le proporciona. Es el hombre que sabe que su único hogar es nuestra Madre Tierra.
Somos de izquierda porque sabemos que la historia es el espacio para luchar por la justicia, por la igualdad, por la paz, por las utopías y por los proyectos. Es por eso que, a diferencia de la derecha, nunca perdemos la esperanza ante las dificultades. Rechazamos todas aquellas posturas que sostienen que ya las cosas están hechas y viven añorando el pasado. La esperanza nos ata al futuro y el futuro nos hala hacia él.
Somos de izquierda porque creemos en el progreso al servicio de los seres humanos y en el progreso de las ideas y concepciones de la vida y de la realidad. Ese progreso de ideas se traduce en respeto entre una generación y otra, en la superación de los sexismos, en la tolerancia hacia las tendencias, en la pluralidad y amplitud de mente ante las decisiones y opciones de las personas.
Somos de izquierda porque estamos convencidos que en este mundo y en este tiempo se pueden dar relaciones sociales de producción con profundas acciones humanas, fraternas y de igualdad. Por eso combatimos todo germen maligno y enfermo de racismo, de complejos de superioridad, de privilegios y de exclusión social.
Somos de izquierda porque nos reconocemos como seres humanos con conciencia y radical amor.
Somos de izquierda precisamente porque apostamos por el Hombre Nuevo, el hombre lleno de amor hacia sus semejantes y hacia el cosmos. Es el hombre que retribuye a la naturaleza lo que ésta le proporciona. Es el hombre que sabe que su único hogar es nuestra Madre Tierra.
Somos de izquierda porque sabemos que la historia es el espacio para luchar por la justicia, por la igualdad, por la paz, por las utopías y por los proyectos. Es por eso que, a diferencia de la derecha, nunca perdemos la esperanza ante las dificultades. Rechazamos todas aquellas posturas que sostienen que ya las cosas están hechas y viven añorando el pasado. La esperanza nos ata al futuro y el futuro nos hala hacia él.
Somos de izquierda porque creemos en el progreso al servicio de los seres humanos y en el progreso de las ideas y concepciones de la vida y de la realidad. Ese progreso de ideas se traduce en respeto entre una generación y otra, en la superación de los sexismos, en la tolerancia hacia las tendencias, en la pluralidad y amplitud de mente ante las decisiones y opciones de las personas.
Somos de izquierda porque estamos convencidos que en este mundo y en este tiempo se pueden dar relaciones sociales de producción con profundas acciones humanas, fraternas y de igualdad. Por eso combatimos todo germen maligno y enfermo de racismo, de complejos de superioridad, de privilegios y de exclusión social.
Somos de izquierda porque nos reconocemos como seres humanos con conciencia y radical amor.
Martín Zapata
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