(Artículo originalmente publicado en Todosadentro del18-11-06)
“Puedes estar tranquilo: Chávez propuso un boicot a la Barbie”, me dijo el mesonero de mi taguara favorita, cuya amistad cuido con gran esmero pues no sólo hace muy bien su trabajo sino que, además, es uno de mis pocos lectores patria o muerte.
Se refería al llamado que hizo el Presidente contra el consumo desenfrenado y la compra de corotos innecesarios.
Es tan fiel y servicial mi amigo el mesonero que hasta llegó a insinuar que el comandante tal vez había hablado del tema motivado por mi artículo “¿Es el ta’ barato la mayor suma de felicidad posible?”. Yo le dije: “No, chico, el hecho de que Chávez se la pase leyendo Los Miserables no significa que lea mis artículos”.
Lo importante es que el jefe del Estado habló del tema y, como siempre, lo hizo con gran claridad. Dijo que corresponde a todos y cada uno de nosotros administrar con madurez lo poco o lo mucho que nos ingrese este fin de año en calidad de aguinaldos, utilidades, comisiones, obsequios o lo que sea. No podemos actuar como los consumidores idiotizados que la industria de la publicidad quiere que seamos. No debemos salir corriendo a gastar los reales como si nos causaran piquiña en las manos. Y, sobre todo, estamos obligados a utilizar ese dinero en aquello que realmente necesitamos, invertirlo en el bienestar presente y futuro de nuestra familia o nuestra comunidad o, simplemente, ahorrarlo.
El Presidente tomó a la Barbie como emblema de nuestra perniciosa tendencia al despilfarro. Reflexionó acerca de como tantos padres y madres se ven obligados, por la presión que deriva e la publicidad, a gastar buena parte de su dinero extra en juguetes como la famosa muñeca y su novio Kent.
Pero no se trata sólo de la Barbie. Igual puede ser el televisor pantalla plana, el aparato de videojuego, el equipo de sonido que hace temblar las paredes del rancho o cualquier otro fetiche que la mercadotecnia nos presente como imprescindible.
Terció en la conversación otro asiduo comensal de la taguara, profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela, quien contó su experiencia al respecto. “Muchos de mis estudiantes tienen celulares superultramodernos, ipods de última generación y, por supuesto, en lo que se refiere a zapatos deportivos llevan un salario de profesor en cada pie. Pero basta que les recomiendes comprar un libro para que comiencen la lloradera acerca de lo pobres que son o que te acusen de ser un escuálido infiltrado”, dijo sonriendo.
“¿Y entonces, cómo vamos a llegar al socialismo del siglo XXI?”, preguntó el mesonero lector.
“Pues será, primero que nada revisándonos a nosotros mismos -dije, pensando en el DVD-TV-portátil que me compré para ver La Hojilla-. Porque el que no haya pecado de consumismo, que lance la primera Barbie”.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com
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