(Artículo originalmente publicado en Todosadentro del sábado 10 de junio de 2006)
No sé si es que a mí me tocó “en suerte” relacionarme con los miembros más escasos del antichavismo culturoso, o es que todos los militantes de este sector eminente de la sociedad civil son igual de necios. Lo cierto es que una de estas lumbreras me envió un correo electrónico en el que sostiene la absurda y desinformada tesis según la cual la puesta en marcha del proyecto Villa del Cine es una muestra más de que Venezuela -por obra del “rrrrrégimen”- está aislándose del mundo.
No voy a hacer referencia a su comentario acerca de lo poco conveniente que es montar unos estudios de cine en sitio tan inhóspito y carente de glamour como Guarenas. Mejor vamos a hablar de los argumentos más o menos serios de esta representante del sifrinismo de arte y ensayo.
Lo más irónico se incurra en tales despropósitos analíticos en nombre de la supuesta superioridad de sus conocimientos. Es el vano supremacismo de esa parte de nuestra clase media que “se las echa de mucho” porque alguna vez vio una comedia musical en Broadway.
Ignoran estos individuos que cuando el presidente Chávez declara su intención de enfrentar la dictadura cultural de Hollywood no está aislándose, sino, muy por el contrario, recalcando la posición de 192 países que el año pasado aprobaron en el seno de la UNESCO una convención de Protección a la Diversidad Cultural, que plantea ponerle límites a la mediocre opulencia de la industria cinematográfica estadounidense.
Sólo dos países, el propio EEUU e Israel, votaron en contra de la resolución mientras entre los principales promotores de ella estuvieron grandes naciones desarrolladas, como Francia y Canadá y bastiones latinoamericanos del cine como Brasil y Argentina.
Cuando fue aprobada la resolución de la UNESCO, una serie de analistas estadounidenses publicaron artículos repudiándola como un intento de censura y una violación al libre comercio. Uno podrá estar en desacuerdo, pero siendo esos señores del país afectado, su posición se puede comprenderse como la defensa de unos intereses económicos e, incluso, como un acto de patriotismo. Lo que resulta incomprensible es la actitud de los lacayos criollos, cuyo empeño en oponerse al Gobierno es tan grande, que son capaces de defender lo indefendible. Como la dama del email, quien luego de ser gran admiradora de Woody Allen, se ha olvidado de que fue él quien dijo que: “en Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión”.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com
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