Antichavismo minúsculo
José Pilar Torres
Cuando quiero explicarle a alguien la diferencia entre el lenguaje hablado y el escrito, le digo que mi antichavista favorito es uno que vive en la parte alta de la lagunita. Dicho así, de boquilla, cualquiera se imagina a un tipo podrido en billete, saliendo de una de esas mansiones faraónicas de La Lagunita Country Club, en un Rolls Royce y dirigiéndose a la casa de María Corina Machado a un brindis por sus recientes éxitos en la Oficina Oval. Las letras minúsculas que sólo se aprecian en el lenguaje escrito, evidencian que se trata más bien de un individuo que vive en La Vuelta del Fraile, en la parte alta de esa lagunita que se forma allí, en Párate Bueno, cada vez que llueve duro.
Bueno, sea oralmente dicho, mi amigo de la lagunita antimanense se puso esta semana al borde de un ataque de nervios. Mientras calentaba su modesta vianda en el microondas de la empresa (realizando así su particular versión de un almuerzo corporativo) lo oí mascullar que "ya al régimen compró también a Datanálisis".
"¿Cuántos millones de dólares le habrán dado al pendejito ese que tiene voz de jeva para que salga a decir esa barbaridad de que el autócrata tiene 70% de aceptación?", rumiaba el hombre, quien siempre cuenta con la fiel audiencia de dos muchachos de los chorros... sí, una parte del topito del cerro donde la gente va a llenar latas cuando se va el agua.
Como todo buen antichavista que se respete, este favorito mío compra sus análisis a precio de dos por uno en la radio de noticias y la TV de globos de ensayo. En una de esas dos fuentes de "in formación", alguien dijo que para legitimar el megafaude II (elecciones municipales), el III (comicios para la Asamblea Nacional) y IV (las presidenciales de 2006), el reeeeégimen necesita crear un ambiente de encuestas favorables, pues de lo contrario le ocurriría el Efecto Ucrania, es decir, que las denuncias de la oposición acerca de trampa en las elecciones podrían encontrar eco en la comunidad internacional. De allí, según esta hipótesis que hayan sobornado al escuálido y melifluo Luis Vicente León.
Avancé hacia el extremo del comedor haciéndome el loco, para pasar junto a la mesa donde se efectuaba este almuerzo de tan alto nivel. Saludé con mi mejor sonrisa de alcabala y pregunté: "Y por allá donde ustedes viven, ¿no hay Barrio Adentro 2?" La cara que puso mi antichavista recalcitrante favorito no se puede explicar con palabras, ni habladas ni escritas. Sólo cabe decir que su impotencia fue en mayúscula.
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