miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Por qué ha permanecido tanto tiempo en el aire la Vecindad del Chavo?


Para tratar de responder a la interrogante que me anima a estrenarme en la compleja tarea del articulismo de opinión, es necesario devolverse en el tiempo hasta principios de la década de los setenta. Para entonces en el país azteca el productor y actor Roberto Gómez Bolaños creó la serie televisiva conocida como "El Chavo del 8".

El nombre de la serie no identifica al niño pobre y huérfano residente en una vecindad mexicana, supuestamente en la casa marcada con el número ocho. Tal denominación se hizo en alusión al canal ocho de la televisión mexicana, el cual transmitió los primeros capítulos.

Aunque su creador en un principio concibió el programa para un público adulto, captó rápidamente y con una audiencia exitosa al público infantil, debiendo redirigirlo hacia los niños.

Cierto sector de nuestra sociedad defiende el contenido de los guiones que conforman las tramas, bajo argumentos tales como que se trata de un programa de humor sano y fresco, cuyas virtudes son entretener a personas de todas las edades, reunir a niños y adultos logrando concentrar valores de comunicación, convivencia, unidad, diversión y buen humor. Además, afirman estar en presencia de una sátira de nuestra realidad social y como tal no oculta a ésta, porque ocultar la realidad no es precisamente lo más correcto; la verdad no puede tergiversarse y la realidad de la vida es inocultable.

Respetando sus argumentos, les podríamos preguntar a los defensores del Chavo del 8, si son capaces de entender que un programa de este tipo legitima estereotipos, haciendo ver las conductas negativas proyectadas por sus personajes como normales, y máximo a los niños quienes son muchos más permeables a los mensajes negativos.

Vi el programa por primera vez cuando tendría yo por sobre los veinte años de edad, percatándome enseguida de las cualidades negativas proyectadas por el personaje de Quico. Todo lleno de envidia y egoísmo. La mala educación brindada por su madre , Doña Florinda, cuando le inculca a llamar chusma a los demás miembros de la vecindad, lo lleva a ser un niño mimado, manipulador y elitesco. Con ello se inocula a nuestros niños la mala educación y con ella la ideología de la alienación y división social.

Qué decir de Don Ramón. Genuino representante del pícaro, estafador y holgazán. Jamás paga el alquiler del departamento arrendado al señor Barriga.

El señor Barriga es la exaltación al capitalismo. Como dueño de la vecindad es quien cobra las rentas a todos sus inquilinos. Siempre se burlan de él por ser gordo y es constantemente golpeado por tener dicho problema. Mantiene en constante acoso y amenazas a Don Ramón.

Otro personaje, digno de lástima es el profesor Girafales. Se burlan de su altura prácticamente en cada aparición, sobre todo cuando intenta educar a un grupo de niños inadaptados que no le prestan atención.

Doña Clotilde viene a ser el vivo ejemplo de la burla a la ancianidad. Todos sus vecinos la tratan de bruja y la maltratan física y verbalmente.

Por último, tenemos al personaje central de la serie, el Chavo del 8. Es un niño de ocho años, huérfano. Viste miserablemente y siempre tiene hambre. Es tenido por tonto por los demás aunque en ocasiones da muestras de inusitada inteligencia. En realidad mediante este personaje se ejerce una represión disfrazada sobre la marginalidad: El Chavo siempre es el culpable de todo cuanto sucede. Le pega Don Ramón y se burlan de él y lo maltratan tanto la Chilindrina como el mismo Quico.

En conclusión, el Chavo del 8, como tanto otros, es un programa de mala calidad trasmitidos no sólo en Venezuela, sino también en la mayoría de los países latinoamericanos. Su enraizamiento durante casi cuarenta años dentro del "Mago de la Cara de Vidrio", como llamó el escritor venezolano Eduardo Liendo al televisor, sin duda alguna se debe a la influencia ejercida por un medio masivo e invasivo como es la televisión, sobre la población venezolana, afectando mayormente a los niños.

Todo lo anterior permite deducir la habilidad del capitalismo para utilizar muy bien como instrumentos de alienación mental este tipo de producciones. Con ellas la ideología capitalista actúa subrepticiamente pero muy segura sobre la psiquis de los espectadores. El pueblo es embelesado con sus tramas, haciéndolo perder su propia identidad nacional, reforzando la división social y el racismo. En fin, se aminora la capacidad de razonar del venezolano para decidir sobre lo que más le conviene como sociedad.

¿Cómo salimos los venezolanos de un niño tan dañino como "El Chavo del 8"?

En la época del Ciberespacio la solución no estaría en la prohibición a los jóvenes de no ver la serie. Generalmente los padres trabajan, resultándole difícil controlar los programas observados por sus hijos. La experiencia indica que se valdrían de muchos recursos para verla.

La solución ideal debería estar en manos de las instituciones a quienes compete aplicar las leyes que rigen la materia. Con la aplicación de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, en alguna medida se puede regular el contenido violento de los guiones, pero sobre todo el lenguaje utilizado.

Otras medidas coadyuvantes serían Importar menos enlatados, incentivar la producción nacional audiovisual dentro del contexto de nuestra propia idiosincrasia y realidad, a través de programas realmente educativos. Pero fundamentalmente, debemos volver a nuestras raíces familiares: promover en nuestros hijos la lectura, valores positivos, retomar las conversaciones entre padres e hijos, entre nietos y abuelos.

Esa es la tarea que debemos emprender ¿Qué esperamos para ello?

Carlos Yépez

cayepez@gmail.com

Aldea Universitaria "José Agustín Marquiegui"

Parroquia Caricuao


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