TRUMP HOSPITALIZADO EN WALTER REED TRAS HINCHAZÓN y POSIBLE DERRAME
Trump fue ingresado ayer en el hospital Walter Reed en lo que ya no puede disfrazarse como “otro chequeo rutinario”. Los reportes oficiales dicen que hará un “examen semestral”, pero su historial reciente y los síntomas visibles obligan a cuestionar todo ese discurso. El jueves por la noche, la Casa Blanca confirmó que el presidente viajaría en helicóptero al hospital para “versus con tTRUMP HOSPITALIZADO EN WALTER REED TRAS HINCHAZÓN y POSIBLE DERRAMEropas y por su cita médica”, sin precisar por qué un segundo examen tan pronto después del que tuvo en abril.
Desde su revisión en abril, cuando el doctor Sean Barbabella lo declaró “completamente apto”, han surgido múltiples señales que contradicen esa versión oficial. Primero, la hinchazón en sus tobillos: se le diagnosticó insuficiencia venosa crónica, condición común en gente mayor, pero que ya no es algo menor cuando un presidente camina lento y con dificultad. Segundo, moretones visibles en la mano derecha, los cuales la Casa Blanca atribuye a palmaditas de manos y uso de aspirina. Estos dos puntos —hinchazón pública y moretones visibles— provocaron que analistas médicas y medios empiecen a hablar de un posible deterioro más serio, incluso neurológico.
Además, los comportamientos erráticos no han dejado de multiplicarse: discursos incoherentes frente a cámaras, declaraciones sin sentido, confusiones con términos constitucionales (como cuando preguntó “¿Suspender a quién?” en referencia al hábeas corpus), y lapsos en su discurso público que especialistas en salud mental empiezan a comparar con declives cognitivos tempranos. No es sólo una sospecha: psicólogos han señalado que hay un deterioro notable en su lenguaje, su control motor y su impulsividad, relativo al estándar que ya mostró en su primer mandato.
El nuevo examen médico llega justo cuando Trump planea un viaje al Medio Oriente para aprovechar versiones de un posible acuerdo de alto al fuego en Gaza. La narrativa oficial sostiene que todo es normal, pero lo que vemos sugiere lo contrario. Lo más inquietante es que este no es un asunto de conspiraciones o exageraciones: es un tema de Estado. Un presidente que no distingue bien lo real y lo ficticio, que publica mensajes equivocados creyendo que son privados, que confunde derechos fundamentales y que no controla su cuerpo… eso no puede seguir siendo normalizado.
Estamos ante un momento que exige vigilancia: ¿qué tan profundo es el deterioro? ¿Quién está tomando decisiones reales? ¿Por cuánto tiempo más se podrá sostener esta ficción médica? Lo que viene definirá qué tan frágil puede tornarse una presidencia dependiente de sus aparatos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario