Todo proceso de transformación histórica en términos políticos requiere de: Paciencia Histórica y Trabajo en Colectivo.
Tanto la paciencia histórica como el trabajo en colectivo necesitan profundizar en la clarificación ideológica de nociones sobre el hacer y las visiones del mundo, igualmente es importante la revisión de modelos políticos que en la práctica histórica o del día a día interprete los fracasos, el alcance de las acciones y el dominio de nuevas técnicas; así se podrán obtener estrategias y lograr objetivos.
La democracia participativa debe ser entendida como un espacio geopolítico e histórico donde todos los ciudadanos, bien sea a partir del accionar en los movimientos sociales de base, en las alternativas formas de gobierno local, en los ambientes convencionales (escuelas, fábricas, instituciones y empresas) y desde los cargos de elección popular, puedan aportar experiencias, definir propuestas, diseñar planes y proyectos, comprender procesos, debatir ideas, buscar soluciones y generar programas que incidan en la creación de nuevas realidades que real y sustancialmente puedan garantizar verdaderos y distintos modelos socio-culturales, económicos y de organización.
Construir una democracia participativa es el gran reto de un proceso revolucionario; pero para que ésta se produzca es necesario atender a las demandas de las bases, no perder de vista la valoración de la riqueza de aportes de los movimientos sociales y populares y es esencial, sentir el palpitar de la gente e involucrarla ante todo, en la solución de sus propios problemas y convertirlos en partícipes del modelo de país y sociedad que se desee alcanzar.
Todo esto se podrá lograr sólo con la conciencia política que nace y se forja a partir de la batalla ideológica y de la actitud autocrítica y crítica, con la convicción que mientras más participación exista, más posibilidad real habrá de genuinos cambios.
Tanto la paciencia histórica como el trabajo en colectivo necesitan profundizar en la clarificación ideológica de nociones sobre el hacer y las visiones del mundo, igualmente es importante la revisión de modelos políticos que en la práctica histórica o del día a día interprete los fracasos, el alcance de las acciones y el dominio de nuevas técnicas; así se podrán obtener estrategias y lograr objetivos.
La democracia participativa debe ser entendida como un espacio geopolítico e histórico donde todos los ciudadanos, bien sea a partir del accionar en los movimientos sociales de base, en las alternativas formas de gobierno local, en los ambientes convencionales (escuelas, fábricas, instituciones y empresas) y desde los cargos de elección popular, puedan aportar experiencias, definir propuestas, diseñar planes y proyectos, comprender procesos, debatir ideas, buscar soluciones y generar programas que incidan en la creación de nuevas realidades que real y sustancialmente puedan garantizar verdaderos y distintos modelos socio-culturales, económicos y de organización.
Construir una democracia participativa es el gran reto de un proceso revolucionario; pero para que ésta se produzca es necesario atender a las demandas de las bases, no perder de vista la valoración de la riqueza de aportes de los movimientos sociales y populares y es esencial, sentir el palpitar de la gente e involucrarla ante todo, en la solución de sus propios problemas y convertirlos en partícipes del modelo de país y sociedad que se desee alcanzar.
Todo esto se podrá lograr sólo con la conciencia política que nace y se forja a partir de la batalla ideológica y de la actitud autocrítica y crítica, con la convicción que mientras más participación exista, más posibilidad real habrá de genuinos cambios.
Martín Zapata
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