En nuestro intento reflexivo sobre los aspectos de encuentro que existen entre el cristianismo y el socialismo, surge una serie de prejuicios que van desde la distancia histórica entre uno u otro hasta el hecho de pensar que son antagónicos porque uno admite a Dios y el otro lo niega.
Otra falsa idea que entra en la discusión es la de creer que cuando se habla de cristianismo se habla de catolicismo. Este aspecto es muy importante puesto que es necesario aclarar que catolicismo no es estrictamente cristianismo.
La experiencia de la primera comunidad cristiana expresada en el libro de los Hechos de los Apóstoles, intenta marcar un rumbo. Lo que en teoría se conoce actualmente como “socialismo cristiano” de derecha no tiene nada que ver con el cristianismo genuino; el socialismo cristiano de derecha no favorece la fraternidad y la igualdad, sino que justifica las divisiones sociales desde la idea del equilibrio y la armonía.
La política socialista es transformadora y liberadora puesto que desmonta las estructuras y critica a las ideologías perversas de dominación. El pensamiento cristiano también desmonta los conceptos del Dios que castiga, juzga, que llena de culpas y condena.
Socialismo y cristianismo desenmascaran las ideas de dominación y descubren las conexiones y alianzas entre las élites políticas, económicas y religiosas. El cristianismo inspirado en la praxis de Jesús de Nazareth deja claro que la religión sí es un factor político y sí tiene mucho que ver con ello. El socialismo ve en la religión a ese opio del pueblo.
En ese sentido, los cristianos deben comprender lo que dice Pablo: “Jesucristo no es religión, es salvación”. Jesús de Nazareth no vino a traer una religión y menos para imponer cargas al pueblo. Si fue juzgado por anteponer al hombre por encima de la ley y de las costumbres, ¿cómo es eso que vino a imponer una religión de sometimiento llámese catolicismo o protestantismo?
Martín Zapata
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