Se hace cada día más lamentable ver como los espacios públicos son invadidos por intereses corporativos y también personales con un manto de total impunidad por parte de las autoridades competentes nombradas para administrar el disfrute de estas áreas que corresponden a los ciudadanos.
Bajo figuras leguléyicas y atropellando el sentido común vemos como todo el territorio nacional va quedando en manos de las corporaciones bajo la figura del despliegue de basura publicitaria (vallas) que atenta contra nuestra soberanía y contamina visualmente nuestro bendecido país.
La Hacienda Santa Teresa ha usurpado de forma grosera la vista escenográfica del paisaje de nuestros valles de Aragua al gestionar la “siembra” de gigantescas vallas bordeando la vía y minimizando la majestuosa presencia de chaguaramos y extensos cañaverales que pasaron a decorar tristemente la aparición de estos odiosos monumentos mercantiles que imponen una estética ajena a nuestra naturaleza vital, imponiendo una recordación de marcas y logotipos que insisten en distraernos de nuestro gozo sencillo de la frescura del verdor que buscamos cuando nos desplazamos por nuestro suelo soberano. Las autoridades de Tránsito Terrestre, alcaldías y hasta gobernaciones se prestan para ligeramente convertir nuestra convivencia en una experiencia atropellada y violenta que desdice de la inquebrantable voluntad de luchar contra la imposición imperial y desde adentro, traicioneramente abren las compuertas para que el enemigo conquiste y erija las banderas de su victoria sin poder siquiera librar batalla alguna. Urge el llamado para tejer una red de acción y divulgación sobre los peligros que estamos corriendo en esta lucha por dignificar nuestra existencia y no arrodillarnos mansamente al consumo de productos innecesarios y dañinos como: tintes de pelo, cerveza, whisky, ron, cigarrillos, doritos, samsung, motorola, mcdonald, refrescos, etc., y toda clase de similares que abundan en el basurero publicitario que las corporaciones globalizadas en contubernio con cipayos locales han logrado imponer en nuestros países en desarrollo. No sólo desechos químicos y basura radioactiva nos invade.
Bajo figuras leguléyicas y atropellando el sentido común vemos como todo el territorio nacional va quedando en manos de las corporaciones bajo la figura del despliegue de basura publicitaria (vallas) que atenta contra nuestra soberanía y contamina visualmente nuestro bendecido país.
La Hacienda Santa Teresa ha usurpado de forma grosera la vista escenográfica del paisaje de nuestros valles de Aragua al gestionar la “siembra” de gigantescas vallas bordeando la vía y minimizando la majestuosa presencia de chaguaramos y extensos cañaverales que pasaron a decorar tristemente la aparición de estos odiosos monumentos mercantiles que imponen una estética ajena a nuestra naturaleza vital, imponiendo una recordación de marcas y logotipos que insisten en distraernos de nuestro gozo sencillo de la frescura del verdor que buscamos cuando nos desplazamos por nuestro suelo soberano. Las autoridades de Tránsito Terrestre, alcaldías y hasta gobernaciones se prestan para ligeramente convertir nuestra convivencia en una experiencia atropellada y violenta que desdice de la inquebrantable voluntad de luchar contra la imposición imperial y desde adentro, traicioneramente abren las compuertas para que el enemigo conquiste y erija las banderas de su victoria sin poder siquiera librar batalla alguna. Urge el llamado para tejer una red de acción y divulgación sobre los peligros que estamos corriendo en esta lucha por dignificar nuestra existencia y no arrodillarnos mansamente al consumo de productos innecesarios y dañinos como: tintes de pelo, cerveza, whisky, ron, cigarrillos, doritos, samsung, motorola, mcdonald, refrescos, etc., y toda clase de similares que abundan en el basurero publicitario que las corporaciones globalizadas en contubernio con cipayos locales han logrado imponer en nuestros países en desarrollo. No sólo desechos químicos y basura radioactiva nos invade.
Gonzalo Briceño
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