El 9 de diciembre del presente año se cumplen ciento ochenta y una años del apoteósico triunfo del General en Jefe Antonio José de Sucre Alcalá en Ayacucho. El Libertador en su proclama a los peruanos les dice:
“El ejército libertador a las órdenes del intrépido y experto General Sucre ha terminado la guerra del Perú y aún de un Continente Americano por la más gloriosa victoria de cuantas ha obtenido las armas del Nuevo Mundo. Así el ejército ha llenado la promesa que a su nombre os hice, de completar este año la Libertad del Perú”.
Ahora veamos que efecto en la economía de las naciones trajo la victoria de Sucre en Ayacucho.
M. Sánchez-Barba en su libro Historia de América nos dice:
”Inglaterra penetrará definitivamente con fuerza en la era industrial, financiera y empresarial después de la batalla de Ayacucho. El ministro británico Canning cuando le llegaron las noticias del final de la resistencia española en Ayacucho: Hispanoamérica ha dejado de ser española, ¡pronto será inglesa! Y así fue, en efecto la dominación, unas veces directa y casi siempre indirecta, establecida por la Gran Bretaña en el gigantesco ámbito iberoamericano configuró uno de los más intensos y férreos modelos de colonización económica que se conocen en la historia. Los efectos de esta preeminencia fueron muy diferentes Estados Unidos e Iberoamérica, pero, en todo caso, tales efectos fueron históricamente muy visibles.” Guillermo A Sherwell. Secretario de la Sección de los Estados Unidos de la alta Comisión Interamericana, en ocasión al Sesquicentenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho, expone lo siguiente:
“Cuando el Libertador Simón Bolívar afirmó que la Batalla de Ayacucho era la cumbre de la gloria americana dio a sus palabras, aparte del significado de un homenaje”
Ayacucho fue, en el más estrecho concepto, la última batalla dada por la fuerza independentista contra los ejércitos españoles. Esta acción dio remate a la obra de la independencia del Perú. En un sentido más amplio. Ayacucho afirmó la independencia de dos grandes unidades nacionales: Colombia y Perú....”
Posteriormente estas dos naciones conformaron un poder económico más grande que el que tenía Argentina, Brasil y Estados Unidos de Norte América para esa época. No obstante, ese poder no duraría mucho con el desmoronamiento de Colombia la grande en 1830 con la muerte de Sucre y Simón Bolívar.
Volviendo al discurso de Sherwell, él nos indica:
“Pero todavía Ayacucho tiene un significado más comprensivo: es el último capítulo de las guerras de independencia en América y la consagración definitiva del principio de que América pertenece a sus hijos y a sus hijos solamente toca determinar cuales han de ser sus destinos.
América, al obtener su independencia, se consagraba al servicio de principios que en Europa eran desconocidos: la libertad la igualdad entre los hombres, el derecho que cada uno tiene a buscar su felicidad, el respeto a la personalidad humana, el gobierno como resultante de la voluntad de los gobernados.
Los Estados Unidos sabían muy bien que la independencia de la América le era indispensable para hacer ver a Europa que América cesaba de ser tierra de colonización.×”.
“El ejército libertador a las órdenes del intrépido y experto General Sucre ha terminado la guerra del Perú y aún de un Continente Americano por la más gloriosa victoria de cuantas ha obtenido las armas del Nuevo Mundo. Así el ejército ha llenado la promesa que a su nombre os hice, de completar este año la Libertad del Perú”.
Ahora veamos que efecto en la economía de las naciones trajo la victoria de Sucre en Ayacucho.
M. Sánchez-Barba en su libro Historia de América nos dice:
”Inglaterra penetrará definitivamente con fuerza en la era industrial, financiera y empresarial después de la batalla de Ayacucho. El ministro británico Canning cuando le llegaron las noticias del final de la resistencia española en Ayacucho: Hispanoamérica ha dejado de ser española, ¡pronto será inglesa! Y así fue, en efecto la dominación, unas veces directa y casi siempre indirecta, establecida por la Gran Bretaña en el gigantesco ámbito iberoamericano configuró uno de los más intensos y férreos modelos de colonización económica que se conocen en la historia. Los efectos de esta preeminencia fueron muy diferentes Estados Unidos e Iberoamérica, pero, en todo caso, tales efectos fueron históricamente muy visibles.” Guillermo A Sherwell. Secretario de la Sección de los Estados Unidos de la alta Comisión Interamericana, en ocasión al Sesquicentenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho, expone lo siguiente:
“Cuando el Libertador Simón Bolívar afirmó que la Batalla de Ayacucho era la cumbre de la gloria americana dio a sus palabras, aparte del significado de un homenaje”
Ayacucho fue, en el más estrecho concepto, la última batalla dada por la fuerza independentista contra los ejércitos españoles. Esta acción dio remate a la obra de la independencia del Perú. En un sentido más amplio. Ayacucho afirmó la independencia de dos grandes unidades nacionales: Colombia y Perú....”
Posteriormente estas dos naciones conformaron un poder económico más grande que el que tenía Argentina, Brasil y Estados Unidos de Norte América para esa época. No obstante, ese poder no duraría mucho con el desmoronamiento de Colombia la grande en 1830 con la muerte de Sucre y Simón Bolívar.
Volviendo al discurso de Sherwell, él nos indica:
“Pero todavía Ayacucho tiene un significado más comprensivo: es el último capítulo de las guerras de independencia en América y la consagración definitiva del principio de que América pertenece a sus hijos y a sus hijos solamente toca determinar cuales han de ser sus destinos.
América, al obtener su independencia, se consagraba al servicio de principios que en Europa eran desconocidos: la libertad la igualdad entre los hombres, el derecho que cada uno tiene a buscar su felicidad, el respeto a la personalidad humana, el gobierno como resultante de la voluntad de los gobernados.
Los Estados Unidos sabían muy bien que la independencia de la América le era indispensable para hacer ver a Europa que América cesaba de ser tierra de colonización.×”.
Gil Ricardo Salamé Ruiz
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