Siempre hay algo peor. Por ejemplo, si usted había creído que los anticastristas de Miami eran de lo último, sepa que hay un anticastrismo de Chacao y Baruta que -no tenga nadie la menor duda y valga la bárbara redacción- es “mucho más peor”.
La reciente visita de Fidel Castro a Venezuela fue la oportunidad perfecta para demostrar que los “exiliados” de Florida han perdido su posición preeminente en el mundo vermicular. Pequeños seres nacidos en la tierra de Bolívar están trabajando para ser los mejores en el complejo arte de la gusanería.
La competencia está reñida dentro de los confines patrios, pues el listón lo dejó muy alto aquel señor que anunciaba a Diosdado Cabello y su combo que iban a tener que comer alfombras, en el célebre asedio de la sociedad civil y democrática a la embajada cubana.
Los generales, almirantes y mariscales de campo del Frente Institucional Militar entraron en la pelea organizando una marcha de la alta sociedad civil para repudiar la presencia del “tirano”. ¿Qué cuánta gente fue?... Ehhh, bueno, eso qué importa, si es una cuestión de calidad, no de cantidad.
Pero de ninguna manera los ex jefes militares lograron con esa “acción de calle” (bueno, es una manera de decirlo), conquistar para sí el nicho del odio a Fidel, pues les salió una competencia de alto coturno: la de los intelectuales de izquierda que hasta hace unos pocos años le rendían culto ciego al líder cubano y ahora, comprobadamente redimidos, dedican páginas y más páginas a contar las atrocidades de este personaje que, en sus crónicas y soflamas, es una especie de Iván el Terrible tropical y eterno.
Tras el lanzamiento de Barrio Adentro 2, los dirigentes de la Federación Médica Venezolana han expresado con tal fuerza su resentimiento, su rencor, o dicho de modo menos diplomático, su mala leche hacia los profesionales cubanos de la salud, que han hecho en poco tiempo sobrados méritos para competir por el liderazgo gusano.
No les será fácil, sin embargo, pues el ubicuo diputado mirandino Oscar Pérez ha terciado en la lucha por ser el más anticastrista entre los anticastristas y como tal se dedicó a leer una proclama en la que, no se sabe muy bien a nombre de quien, declaró persona extremadamente no grata al comandante cubano.
Pero la pelea realmente dura será contra el ocurrente William Ojeda, quien se lanzó con la idea de una amnistía para los médicos y entrenadores cubanos que, según sus cálculos, quedarán guindando de la brocha cuando Chávez sea derrotado en diciembre de 2006. De esa manera le ganó la mano a todos sus competidores en el mundo del mayamerismo criollo porque fue como repetir aquello de “ustedes se van a tener que comer las alfombras”, pero por anticipado.
La reciente visita de Fidel Castro a Venezuela fue la oportunidad perfecta para demostrar que los “exiliados” de Florida han perdido su posición preeminente en el mundo vermicular. Pequeños seres nacidos en la tierra de Bolívar están trabajando para ser los mejores en el complejo arte de la gusanería.
La competencia está reñida dentro de los confines patrios, pues el listón lo dejó muy alto aquel señor que anunciaba a Diosdado Cabello y su combo que iban a tener que comer alfombras, en el célebre asedio de la sociedad civil y democrática a la embajada cubana.
Los generales, almirantes y mariscales de campo del Frente Institucional Militar entraron en la pelea organizando una marcha de la alta sociedad civil para repudiar la presencia del “tirano”. ¿Qué cuánta gente fue?... Ehhh, bueno, eso qué importa, si es una cuestión de calidad, no de cantidad.
Pero de ninguna manera los ex jefes militares lograron con esa “acción de calle” (bueno, es una manera de decirlo), conquistar para sí el nicho del odio a Fidel, pues les salió una competencia de alto coturno: la de los intelectuales de izquierda que hasta hace unos pocos años le rendían culto ciego al líder cubano y ahora, comprobadamente redimidos, dedican páginas y más páginas a contar las atrocidades de este personaje que, en sus crónicas y soflamas, es una especie de Iván el Terrible tropical y eterno.
Tras el lanzamiento de Barrio Adentro 2, los dirigentes de la Federación Médica Venezolana han expresado con tal fuerza su resentimiento, su rencor, o dicho de modo menos diplomático, su mala leche hacia los profesionales cubanos de la salud, que han hecho en poco tiempo sobrados méritos para competir por el liderazgo gusano.
No les será fácil, sin embargo, pues el ubicuo diputado mirandino Oscar Pérez ha terciado en la lucha por ser el más anticastrista entre los anticastristas y como tal se dedicó a leer una proclama en la que, no se sabe muy bien a nombre de quien, declaró persona extremadamente no grata al comandante cubano.
Pero la pelea realmente dura será contra el ocurrente William Ojeda, quien se lanzó con la idea de una amnistía para los médicos y entrenadores cubanos que, según sus cálculos, quedarán guindando de la brocha cuando Chávez sea derrotado en diciembre de 2006. De esa manera le ganó la mano a todos sus competidores en el mundo del mayamerismo criollo porque fue como repetir aquello de “ustedes se van a tener que comer las alfombras”, pero por anticipado.
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