miércoles, 21 de marzo de 2007

Teodoro "El Doroteo" escapó de Bruselas en los brazos de Morfeo

(Artículo originalmente publicado en Todosadentro del 17-03-07)

El que Teodoro Petkoff se haya quedado dormido en Bruselas, mientras denunciaba las atrocidades del “rrrrrégimen”, es el colmo del ridículo. Es la demostración más dramática de la precariedad en la que está sumida una oposición que no se conforma con fracasar sino que se empeña en poner la cómica.

Uno espera que ese tipo de cosas le ocurran a sujetos con costumbre de pasar la noche libando caldos escoceses, como ese señor cuyo paradójico segundo apellido es Paz y siempre está llamando a la guerra; o a viejitos decrépitos como don Pimpoyo, que ya deberían estar dormitando en una mecedora, acariciando tataranietos. Pero no al eternamente joven, abstemio, enérgico, desafiante y retrechero Teodoro.

Me dice un amigo, experto en viajes internacionales, que el jet lag puede echarle una broma a cualquiera, incluso a los más jóvenes y entrenados ejecutivos, razón por la cual recomienda no hacer leña del árbol dormido (no se puede decir “caído” porque, en rigor, no cayó, sino que se apoltronó suavemente en la silla hasta que se le oyó roncar).

Sin embargo, no se puede dejar de pensar en que si uno anda por el mundo advirtiendo acerca de los enormes peligros que corre la democracia de su pobre país, lo mínimo que se espera es que tenga suficiente adrenalina en el torrente sanguíneo como para no ponerse a echar una siesta en medio de la audiencia.

En descargo del Teo Durmiente podría decirse que se ya tiene razones más que suficientes para estar cansado de tanto repetir sus letanías en esos templos de la democracia internacional donde los señores del Primer Mundo asumen la actitud de quien oye llover.

No es fácil que uno esté haciendo una acusación tan grave sobre el temible dictador tropical que nos oprime y los eurodiputados comiencen a traficar papelitos acerca de dónde será su próxima cena diplomática o el partido de golf que quedó pendiente. Es psicológicamente explicable que alguien en tales circunstancias pueda sufrir un ataque de narcolepsia.

Las malas lenguas dicen que Petkoff está acostumbrado a que los auditorios aprueben automáticamente todo lo que él dice y por eso cuando se encontró con algunas resistencias en el foro europeo optó por el escapismo en los brazos de Morfeo.

Un periodista amigo me aporta un dato técnico: la gente que trabaja en los diarios vespertinos sufre trastornos del sueño porque esos periódicos cierran la edición temprano en la mañana. “No me extraña que le ataque el sueño de manera repentina, eso me pasaba a mí cuando trabajaba en el turno de las cuatro de la mañana”, comentó.

Desde detrás de la barra de La Candelaria, mi mesonero-analista favorito, dice que no hay que darle demasiadas vueltas, que lo de Teodoro es una cuestión netamente fisiológica. “Ta’ viejo, chico, ta’ viejito y los viejitos se quedan dormidos en cualquier parte –dice-. Pa’ llá vamos todos, no se burlen”.

José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com

miércoles, 14 de marzo de 2007

Bolívar Fuerte

El gobierno nacional debe desarrollar diariamente y en cadena nacional una intensa campaña educativa con la intención de disminuir el nerviosismo que generará en la ciudadanía la decisión de eliminarle los tres ceros a nuestra moneda.
Como es natural reaccionamos ante cualquier medida que pueda afectar nuestros bolsillos o nuestras propiedades, y aunque este no es el caso, porque con esta medida lo que se busca es actualizar y agilizar las transacciones monetarias.
Pero conociendo muy bien a nuestra irracional oposición política, la cual utilizará ejemplos de otras realidades económicas, buscará y rebuscará a todo de tipo "expertos", recurrirá a todas las formulas matemáticas habidas y apelará a los diferentes medios de comunicación para objetar, banalizar y desprestigiar esta decisión económica, se justifica de esta manera toda medida comunicacional que aclare el panorama que viviremos en, por lo menos, los próximos dieciocho meses.
La campaña educativa debe estar dirigida fundamentalmente a los niños y adolescentes, por ser estos los sectores de la población más adaptables a los cambios y convertirlos en facilitadores para el sector adulto de como se hará la convertibilidad y de como será y se manejará el fraccionamiento de la nueva moneda.
La responsabilidad que recaerá en nuestros niños y adolescentes se hará confiando, además de su juventud, en el grado de madurez con la que se desenvuelve.
La superación con éxito de esta coyuntura económica demostrará, una vez más, la capacidad de liderazgo con el cual cuenta nuestro proceso revolucionario y la prudencia y sensatez que ha adquirido nuestro pueblo a la hora de enfrentar cualquier circunstancia que se le presente.
Noel Martello

Líderes de la oposición dicen: “nosotros y que éramos otros”

(Artículo originalmente publicado en Todosadentro, Sábado 10-03-07)

Las cosas de la oposición me hacen recordar mis tiempos de niño: cuando en medio de un juego con mis amiguitos Ricardo y Toño, alguno de nosotros quedaba “muerto”, siempre tenía el recurso de decir “Taima, ahora yo y que era otro”.

Así -pero sin el maravilloso salvoconducto de la infancia- son estos señores. Ellos siempre se están reinventando y jugando a que ahora y que son otros. Pero, claro, siguen siendo siempre los mismos.

La más reciente transformación de los “bacalaos” (diría Nolia) en una versión refocilada de sí mismos, ocurrió el sábado de la semana pasada, cuando el partido Un Nuevo Tiempo lanzó el grito mágico: “¡Taima, nosotros y que éramos otros!”.

Escuché con suma atención el discurso del “nuevo” Manuel Rosales, quien dijo que al pueblo le están dando burusas y que el tipo (o sea, Chávez) es un autoritario y que el país saldrá adelante cuando se distribuyan tarjetas Mi Negra. “Un momento, chamo –habríamos dicho en los tiempos de mis juegos infantiles-. Tú dijiste que y que eras otro, pero estás siendo el mismo que ya está muerto. Así no se vale”.

Claro, sobrará quien diga que Rosales no tiene por qué cambiar mucho, pues es el dueño del balón y, por lo tanto –otra regla de la carricitocracia- sin él habría que ponerse a jugar algo que no requiera pelota, por ejemplo, la ere paralizada. Concedido, pero ¿qué me dicen del tren directivo del “Nuevo Un Nuevo Tiempo”? Omar Barboza, Alfonso Marquina, Gerardo Blyde, Leopoldo López, William Ojeda, Enrique Ochoa Antich… No sé por qué pero tengo la impresión de que esas barajitas salieron todas repetidas. Si estuviera en los años 60 o 70, las llevaría a la escuela para cambiarlas aunque dudo que pudiera encontrar un compañero tan tonto que las aceptara.

El acto de relanzamiento del partido de Rosales fue también una demostración de la tendencia opositora a repetir las mismas rutinas haciendo ver que son innovaciones modernísimas. Un hotel capitalino -como dice el lugar común tan del gusto de periodistas políticos- fue el escenario de esta obra ya bastante vista en la que el líder -bien enfocado por la cámara de Globovisión- perora delante de una legión de generales sin tropa sentaditos como telón de fondo. ¿Alguna diferencia con las proclamas de la inefable Coordinadora Democrática o con las ruedas de prensa de la coalición rosalista de 2006? No, ninguna, pero, desde luego, “ellos y que eran otros”.

En cuanto al público asistente a estos encuentros de la novísima plataforma unitaria opositora también se parece mucho al de siempre. Señoras que al oír que se menciona al Presidente ponen la cara de doña Florinda cuando dice: “¡Ven acá, tesoro, no te juntes con esa chusma!” (Entiendan, El Chavo fue importante en mi infancia) y caballeros con actitud de gerentes triunfadores circunstancialmente atrapados en esta burbuja de barbarie. Igualitos, pues, a los que tocaban cacerolas en 2002. Pero ellos “y que eran otros”.

José Pilar Torres torepilar@hotmail.com

jueves, 8 de marzo de 2007

Mucho humor, poco público y casi nada de humildad, Laureano

(Artículo originalmente publicado en Todosadentro del 03-03-07)

Gracias a mi personalidad secreta me acerqué hasta Parque Carabobo el viernes de la semana pasada. Suponía que iba a ver a centenares de personas clamando por la libertad de expresión y exigiendo la revisión de la sentencia judicial que ha obligado al vespertino Tal Cual y al humorista Laureano Márquez a pagar una multa.

Lo primero que debo decir es que para quienes organizaron la protesta, la cantidad de manifestantes que acudió era como para borrarle la sonrisa a la Mona Lisa. Una agencia de noticias dijo que había 300 personas pero me temo que los muy echadores de broma contaron a los muchachos que juegan basket en la cancha ubicada al fondo, a los lateros que dormitan en los bancos de la plaza y hasta a los alumnos del liceo Andrés Bello que se jubilan de clase. Si hubiese habido al menos 100 cuerpos presentes, de seguro habrían trancado el tráfico de la avenida México, pero ni eso. En honor a la verdad – lo juro- no había más de 50 personas.

Lo más gracioso del asunto es que cuando a Laureano lo halaban los periodistas para que declarara “en vivo y en directo” para alguna televisora o emisora radial, él se lanzaba con una declaración memorizada en la que decía, palabras más, palabras menos que “este es un mensaje claro para quienes pretenden callarnos”.

Yo lo veía allí, sudando bajo el sol caraqueño del mediodía, con tan poquito público y me preguntaba ¿para quién dice Laureano que es el mensaje claro?

Luego hice un recorrido para detallar a los asistentes. El primer aspecto notorio era la ausencia de sangre nueva. En una profesión rebosante de chamas y chamos como es el Periodismo, lo que estaba en aquel lugar parecía producto de una fuga masiva del museo antropológico de la Prensa. Para no herir a las damas, baste decir que estaban Adolfo Herrera y Alexis Márquez Rodríguez. ¡Viva la juventud!

Lo otro digno de mencionar fue la participación de personajes de la picaresca política como Américo Martín, a quien algunos fregadores de la paciencia llaman “Norteamérico”. Que alguien me diga qué clase de humorista aceptaría en una manifestación a favor suyo a semejante concentrado de amargura con patas.

Sobre el organizador del acto, el secretario general del Sindicato de la Prensa, Gregorio Salazar, mejor no digo nada. Total, estamos hablando de personajes humorísticos, pero en ese renglón no se incluyen los que se han transmutado en una caricatura de sí mismos.

El momento cumbre fue –que duda cabe- cuando Laureano se equiparó con Job Pim y Aníbal Nazoa, humoristas perseguidos por gobiernos dictatoriales o democráticos sólo en apariencia. Les confieso que en ese momento el ex radiorrochelero me hizo reír a mandíbula batiente, al punto de que tuve que retirarme del lugar.

Que agradezca Laureano que, por ahora, no se aplican multas a la falta de humildad porque si lo hicieran, de seguro le clavan otros 200 millones.

José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com