(Artículo originalmente publicado en Todosadentro, Sábado 10-03-07)
Las cosas de la oposición me hacen recordar mis tiempos de niño: cuando en medio de un juego con mis amiguitos Ricardo y Toño, alguno de nosotros quedaba “muerto”, siempre tenía el recurso de decir “Taima, ahora yo y que era otro”.
Así -pero sin el maravilloso salvoconducto de la infancia- son estos señores. Ellos siempre se están reinventando y jugando a que ahora y que son otros. Pero, claro, siguen siendo siempre los mismos.
La más reciente transformación de los “bacalaos” (diría Nolia) en una versión refocilada de sí mismos, ocurrió el sábado de la semana pasada, cuando el partido Un Nuevo Tiempo lanzó el grito mágico: “¡Taima, nosotros y que éramos otros!”.
Escuché con suma atención el discurso del “nuevo” Manuel Rosales, quien dijo que al pueblo le están dando burusas y que el tipo (o sea, Chávez) es un autoritario y que el país saldrá adelante cuando se distribuyan tarjetas Mi Negra. “Un momento, chamo –habríamos dicho en los tiempos de mis juegos infantiles-. Tú dijiste que y que eras otro, pero estás siendo el mismo que ya está muerto. Así no se vale”.
Claro, sobrará quien diga que Rosales no tiene por qué cambiar mucho, pues es el dueño del balón y, por lo tanto –otra regla de la carricitocracia- sin él habría que ponerse a jugar algo que no requiera pelota, por ejemplo, la ere paralizada. Concedido, pero ¿qué me dicen del tren directivo del “Nuevo Un Nuevo Tiempo”? Omar Barboza, Alfonso Marquina, Gerardo Blyde, Leopoldo López, William Ojeda, Enrique Ochoa Antich… No sé por qué pero tengo la impresión de que esas barajitas salieron todas repetidas. Si estuviera en los años 60 o 70, las llevaría a la escuela para cambiarlas aunque dudo que pudiera encontrar un compañero tan tonto que las aceptara.
El acto de relanzamiento del partido de Rosales fue también una demostración de la tendencia opositora a repetir las mismas rutinas haciendo ver que son innovaciones modernísimas. Un hotel capitalino -como dice el lugar común tan del gusto de periodistas políticos- fue el escenario de esta obra ya bastante vista en la que el líder -bien enfocado por la cámara de Globovisión- perora delante de una legión de generales sin tropa sentaditos como telón de fondo. ¿Alguna diferencia con las proclamas de la inefable Coordinadora Democrática o con las ruedas de prensa de la coalición rosalista de 2006? No, ninguna, pero, desde luego, “ellos y que eran otros”.
En cuanto al público asistente a estos encuentros de la novísima plataforma unitaria opositora también se parece mucho al de siempre. Señoras que al oír que se menciona al Presidente ponen la cara de doña Florinda cuando dice: “¡Ven acá, tesoro, no te juntes con esa chusma!” (Entiendan, El Chavo fue importante en mi infancia) y caballeros con actitud de gerentes triunfadores circunstancialmente atrapados en esta burbuja de barbarie. Igualitos, pues, a los que tocaban cacerolas en 2002. Pero ellos “y que eran otros”.
José Pilar Torres torepilar@hotmail.com
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