lunes, 19 de noviembre de 2007

Son unos tremendos borbones

Son unos tremendos borbones
José Pilar Torres

(Artículo publicado originalmente en Todosadentro, sábado 17 de noviembre de 2007)
Puedo entender que algunos españoles sean monárquicos. Después de todo, la monarquía es una institución de ese país que sigue existiendo a pesar del paso de los siglos. Por algo será.

Tampoco me sorprende que la oligarquía venezolana sea realista (en su acepción de partidarios del rey, no en su significado de apegados a la realidad). Siempre lo han sido y siempre lo serán. Ellos, en rigor, hubiesen preferido que nunca nos hubiésemos liberado de España y que siguiéramos siendo súbditos del su majestad.

Lo que sí me sorprende es la forma cómo los avatares de los días hacen que esta gente –la derecha venezolana- se contradiga.

Por ejemplo, conozco a un par de tipos que hace apenas algunos años llegaron al extremo antimonárquico y antiderecha de apoyar las acciones de la ETA, a pesar de que con frecuencia eran tripas de inocentes las que quedaban regadas en las calles con sus atentados. Se trataba, desde luego, de sujetos de izquierda, muchachos que se reunían a oír canciones de la Nueva Trova y a denigrar de las pobres víctimas de la industria cultural, esas señoras descerebradas que se divertían leyendo la revista Hola en las salas de espera de los dentistas.

Bueno, pues ahora usted revisa las filas de la contrarrevolución y se encontrará con un montón de estos personajes, antiguos republicanos opuestos al “franquismo después de Franco” que encarnaba el rey Juan Carlos I. Y los encontrará defendiendo al monarca con un empeño que podría hacer suponer que por las venas de estas personas corre, en verdad, sangre azul.

Pero en el punto donde más se les pegan los cables a los neomonárquicos venezolanos es en que su defensa de don Juan Carlos choca diametralmente con sus prédicas contra la reforma constitucional. “Aquí no nos calamos monarcas”, decía una de las pancartas en la más reciente marcha opositora. Quien la portaba, una señora de El Cafetal, mostró orgullosa su mensaje a una cámara de televisión cuando dijo que Chávez pretendía perpetuarse en el poder como un reyezuelo.

Después del incidente de Chávez con Juan Carlos I, la oposición ajustó su mensaje. Los monarcas sí les gustan, especialmente cuando mandan a callar al teniente coronel de sus tormentos. Los que no les gustan son los plebeyos que quieren coronarse, aunque cuenten para ello con el apoyo popular.

Lo más patético de la reacción de los partidarios del Realismo del Siglo XXI ha sido la actitud de “¡qué pena con ese señor!” que han asumido ante los acontecimientos de Santiago de Chile. Una periodista casi lloraba el domingo en la mañana diciendo que Chávez nos había avergonzado ante el mundo entero.

Y `pensar que la primera vez que oí decir la frase “los borbones ni olvidan ni aprenden” fue en un texto de Teodoro Petkoff. Se refería a la “izquierda borbónica”, apelativo con el que calificó a los marxistas que no habían hecho lo que él: pasarse a la derecha.

Ahora hemos visto a toda la dirigencia escuálida –indios malincheros incluidos- defendiendo al emblema viviente de estas testas coronadas. No queda duda: son unos borbones en toda la extensión de la palabra.
torrepilar@hotmail.com

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