sábado, 4 de marzo de 2006

Familia, Monogamia e Infidelidad.

Con el surgimiento del capitalismo y el triunfo de la iglesia católica, se impuso en las sociedades occidentales (de la cual forma parte Venezuela con el aporte indígena, español y africano de sus inicios), la familia patriarcal, basada en el matrimonio monogámico, en el cual todo el poder pasó a manos del hombre; y la mujer asumió el papel de madre procreadora, encargada de la crianza de los hijos, y de los trabajos de la casa. La infidelidad conyugal, es decir, la posibilidad de comerse un buen filet, si se está hambriento, fue condenada por el séptimo mandamiento y por las leyes patriarcales. Sin embargo, estas normas fueron particularmente severas con la mujer; puesto que al hombre, siempre se le permitió seguir teniendo varias mujeres; además que, por cualquier motivo podía repudiarla (Por ejemplo: Señor juez, me divorcio porque no me gusta como cocina).
Según Federico Engels, el matrimonio monogámico no está basado en el amor, sino en el interés y el cálculo, y representó el primer antagonismo entre el hombre y la mujer, por cuanto ésta perdió su libertad, y se convirtió en esclava del hombre. En venganza, ella buscó un amante, y le montó dos pares de cuernos al marido. El amante y el marido cornudo son productos de la monogamia. Siga leyendo, amigo(a) lector(a) y sepa que esto le puede ocurrir a UD, y si se le montan cachos busque ayuda, que la cosa no es para suicidarse. No obstante, a pesar de todas condenas a la infidelidad, los seres humanos siempre han tratado de burlarse del poder y de las leyes, saltando la cerca para robarse el maíz, o la patilla en el conuco ajeno. Esto es así, creo yo, porque como dijo el poeta, “Las leyes son cosas de los hombres, en tanto el amor es asunto de los dioses”. En la novela el Decamerón Bocaccio, cuenta las miles de peripecias que monjas, curas, mujeres y hombres casados realizan para darse el gustazo de una aventura. León Tolstoy, en Ana Karenina, narra la historia de los bien merecidos cuernos que esta bella dama, al enamorarse de Wronski, le montó a su esposo; un hombre frío, puritano e inflexible. La sociedad con sus prejuicios condenó a Ana, hasta llevarla al sacrificio.
Las relaciones de pareja en la familia actual, se encuentran como un papagayo sin cola, es decir están en crisis. Las investigaciones realizadas por Sociólogos, Antropólogos, Sociobiólogos, Psicólogos, Psiquiatras, Periodistas, y mujeres que han estudiado el problema, han hecho afirmaciones como estas: “El hombre y la mujer no son naturalmente monógamos”. El matrimonio es: …...”una fábrica de neuróticos”, “no garantiza amor ni sexo, ni nunca lo garantizará”; “se mantiene por los intereses”, “está basado en la renuncia al desarrollo emocional”, “es como una sopa que al principio se come caliente, y termina fría”, “ es un aburrimiento”; “es la tumba del amor” etc. Como consecuencia de esta situación, y en contra de los moralistas anticuados, y los Torquemadas modernos, en la actualidad las cifras de relaciones extramatrimoniales han aumentando, y lo más importante, es que este postre que en el pasado fue una exquisitez para los hombres, hoy se lo están comiendo las mujeres, según datos obtenidos en consultorios, y en algunas encuestas realizadas en otros países, y en Venezuela. Entre las causas se encuentran, insatisfacción sexual con la pareja; venganza por algún daño sufrido, busca de intimidad, necesidad de sentirse deseado(a) y querido(a), etc. Si el matrimonio se ha convertido en una máquina trituradora del hombre y la mujer, es natural que cada quien busque felicidad que aquél le ha negado. Trate de ser feliz sin hacerle daño a nadie. Eso es lo importante.
Eduardo Rodríguez ero356@hotmail.com

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