jueves, 1 de mayo de 2025

Las chicharras anuncian la época más calurosa

 


Las chicharras anuncian la época más calurosa

                     

          Chicharras, cigarras, coyuyos, chiquilichis, tococos, cocoras, cogollos, ñakyrã o totorrones, así se les llama a las más de 3.000 especies de estos insectos hemípteros, que se encuentran desde Norteamérica, pasando por Centroamérica y Sudamérica.


       Los huevitos de las chicharras, del tamaño de un grano de arroz, caen de las hojas de su árbol anfitrión y escarban en la tierra para alojarse de forma segura en sus raíces, alimentándose de la savia. Allí pasan toda su niñez y adolescencia (entre 13 y 17 años, según la especie) hasta que finalmente llega el momento de emerger y buscar pareja.

       Según el entomólogo Ángel Viloria Petit, investigador del Ivic y coordinador de Ciencia, Tecnología y Educación de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, saber cuándo emergen de la tierra las chicharras sigue siendo, en gran parte, un misterio para los científicos.

       “No se ha estudiado bien por qué emergen, pero es un acto sincronizado en el que pueden ser millones las que emergen (…), quizás tenga que ver con los ciclos solares, pero aún no ha sido determinado. En los países con estaciones, ocurre cuando hay más calor y humedad. Es allí el momento de la metamorfosis”, aseveró el científico venezolano.

       Envueltas en este halo de misterio, aún inexplicable, el maravilloso ciclo se cumple, tanto en las especies anuales como en las periódicas, que emergen cada 13 o 17 años. Sin embargo, lo que sí es un elemento determinante es la temperatura ambiental. Y es que, al acercarse la primavera o los meses más calurosos del año (marzo y abril), cuando los suelos pueden alcanzar temperaturas de por lo menos 18° C, ya se sabe que comenzarán a emerger las ninfas de estas especies.

       Viloria Petit agregó que “en Venezuela no tenemos estaciones, pero ya en la época de calor se inicia la emergencia (…) la humedad del aire facilita la muda de la ninfa al adulto”, dijo.
Enamoramiento

        Una vez que salen de las profundidades, un ejército de insectos se sube a los árboles, plantas, postes y a cualquier otro objeto que les permita despojarse de su armadura (exoesqueleto) para vestir un nuevo traje de vistosos colores que les permite desplegar sus alas para enamorar a sus parejas.

        Son los machos los que emiten el famoso canto o estridular que atrae a las hembras. Un zumbido estridente, que puede ser bastante molesto para el oído humano, que hacen flexionando sus timbales, órganos en forma de tambor que se encuentran en el abdomen.

        Las chicharras comprimen y deforman rápidamente los timbales que se llenan de aire y se vacían, generando el característico e intenso sonido, que es considerado uno de los más altos del mundo. Su registro es mayor que lo que comúnmente implica un concierto de rock and roll: 115 decibeles. Tan potente que se puede escuchar a más de un kilómetro de distancia.

       «Cada chicharra tiene una frecuencia de sonido específica para comunicarse con las de su misma especie y poder atraerlas para reproducirse”, aclaró.
   

     Desde que la ninfa se sube al árbol debe darse prisa y cuidarse de los depredadores, ya que la historia de amor está en cuenta regresiva, pues solo tienen de cuatro a seis semanas para aparearse y que las hembras logren depositar sus huevos entre las hojas de los árboles.

    Tras la eclosión, los jóvenes insectos caen y excavan en el suelo para pasar los siguientes años bajo tierra, garantizando el reinicio del ciclo para una nueva generación. Terminan las semanas de cantos, que a veces pueden extenderse hasta mayo. Los cuerpos y las partes del cuerpo que no se hayan comido los depredadores agregan nutrientes al suelo, reforzando el ecosistema mucho después de que los bulliciosos insectos desaparezcan.
Periódicas      

Las chicharras o cigarras periódicas, pertenecientes al género Magicicada, son exclusivas de América del Norte. Emergen en sincronía masiva cada 13 o 17 años, dependiendo de la cría a la que pertenezcan.

    Se espera que millones, incluso billones, de estos insectos emerjan en las próximas semanas, creando un espectáculo visual y sonoro que no se repetirá hasta dentro de más de una década.          

    Aunque el paisaje de las chicharras periódicas puede ser impresionante y quizás intimidante, los expertos aseguran que estos insectos no representan una amenaza significativa para los humanos ni para las plantas maduras. La gran cantidad de hembras depositando sus huevos puede causar daños menores a árboles jóvenes, pero, en general, el impacto es muy limitado.
Beneficios 

    Entre algunos de los beneficios que aportan las cigarras se encuentran sus túneles subterráneos, que actúan como aireación natural del suelo. Además, el gran número de cigarras adultas proporciona abundante alimento a muchos depredadores, lo que repercute positivamente en sus poblaciones.

     La puesta de huevos de las hembras en los árboles actúa como una poda natural que hace que el árbol produzca más flores y frutos al año siguiente. Entretanto, los cuerpos en descomposición de las cigarras aportan una gran cantidad de nutrientes al suelo.

    Viloria Petit resaltó que estos insectos son totalmente inofensivos para el ser humano, por lo que, más allá de su sonido y del aspecto que puedan tener, no hay que temerles. “Las chicharras son fitófagas, se alimentan de la savia de las plantas y no pican a las personas”, aseveró la especialista.

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