¡Acurrúcame
que tengo frío! Estamos quemando los últimos cartuchos. Ese vainón
del apagón nos agarró con las manos en la masa. Estos chavistas se
la saben todas. Descubren toda vaina, y así no se puede. Y nosotros
estamos dejando de creer en el interino, o autoproclamado, o
encargado, o diputado, o Juancito, o como le dé la gana de llamarse
porque la verdad es que no se puede seguir confiando en un
espantapájaros del que se ríen los mismos pájaros. Ya la vaina
está cansando. Uno sigue perdiendo y perdiendo, y no sabemos cuántas
guerras tendremos que perder para que el dictador se vaya. El apagón
arrechó también a nuestra gente, aunque el borrachito de la esquina
París, decía que a él le importaba un carajo el apagón, porque él
estaba prendío todo el día. Vainas de borracho. Pero la vaina fue
seria. Y sin embargo, los chavistas, en vez de arrecharse y salir a
tumbar al dictador, los carajos se juntan y se reproducen como
conejos y aparecen por todas partes ayudando a la gente con velitas y
candelitas y agua y así no se puede ganar una guerra, sobre todo
porque Juancito le dijo a Trump que él tenía Fuerzas Armadas y
tenía pueblo para salir del dictador, y ahora nos encontramos con
que no tenemos un carajo, sino un montón de chavistas que aparecen
justo cuando uno le echa un vaina al país
Y la
otra vaina fue que el New York Time se puso a desmentir la noticia
que ya nuestros medios y nuestros declarantes habían dicho. Es
decir, que la ayuda humanitaria la mandó a quemar el dictador con su
gente. Ahora estamos nosotros que no sabemos qué carajo hacer. Nada
le costaba al New York Time callarse esa vaina, además, ya habían
pasado unos días y la gente creía en lo que nosotros le habíamos
dicho. Y ninguno de nuestros medios se ha desmentido, porque ellos
saben que desmentirse es perder, y ya la gente nuestra se olvidó de
esa paja que es lo importante. Lo mismo pasó con este ataque al
Guri, tratamos de decir que fue la quema de un monte de venus que
había por allí cerca, y se jodió aquella vaina, pero nadie nos
creyó un carajo. Parece que la vaina es verdad, fue una cosa
cibernética que volvió loco el sistema de seguridad de la represa y
al carajo la luz. Seguimos perdiendo en cada vaina que nos metemos.
Los compañeros Trump, Pence, Pompeo, Bolton y Eliot Abrams, deben
tener una arrechera de padre y señor mío con nosotros, porque hasta
cuándo les vamos a mentir. Uno no se explica cómo esa gente es
capaz de querer tanto a este país. Es verdad que le hemos quitado un
realero al país, y que seguramente Julio –Matemático- Borges y
Antonio –Pensionado Ledezma, se están dando la gran vida con ese
billete, pero la verdad, la única verdad, es que no servimos para un
carajo. Somos gente inteligente que solo cree en la fuerza bruta para
salir de la dictadura. Y ya la gente se está cansando. El martes
daba pena la marcha marchita que hicimos. El varguense, es decir,
Juancito, no quería hablar, pero alguien le dijo: “sale y di que
tu oficina está en Miraflores para que te aplaudan y te vas” Y así
mismo hizo, porque a la gente le gusta esa pendejada de creer que
Miraflores está a la vuelta de la esquina.
El
papá de Margot llegó con un velón en la mano y dijo: “En la
oscuridad es que nosotros somos buenos, porque allí trabaja el
crimen”, así me dijo un carajo de Primero Justicia, y estuve a
punto de darle su carajazo. Así no se llega al gobierno, carajo”.
Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió su coñazo. Y un
vecino gritó: “Llegó la luz”
-Apágame
la vela, María.- Me canta Margot.
Por:
Roberto Malaver
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