domingo, 17 de marzo de 2019

El suceso mayor


Escribo desde el Hospital Militar Carlos Arvelo, donde estoy ingresado desde el sábado 9, y aunque aún no estoy del todo recuperado, a pesar de mi aislamiento e incomunicación la información recogida sobre lo sucedido esta semana con el sabotaje eléctrico, me permite calificar el hecho, como un indudable intento de derrocar el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Una situación como la padecida por toda la población venezolana, de haberse suscitado en cualquier otro país de América Latina, no habría sido soportada por sus gobernantes, tales han sido sus efectos y su magnitud.

Imagínense nada más que la energía eléctrica y el agua se suspendieran por tres o cuatro días, y que una familia de cuatro hijos quedara incomunicada con uno de los muchachos hospitalizado, sin Internet ni teléfono, y sin acceso a auxilio alguno. Eso y mucho más lo sufrió el país entero.

De lo escuchado en el hospital entre las enfermeras, deduzco que hubo tres tipos de posiciones ante la responsabilidad de los hechos ocurridos. Una de ellas atribuye la culpabilidad a los “escuálidos de mierda”. Otra posición adjudica la responsabilidad, con diferentes matices, a la gente del gobierno. Y un tercer grupo, tajantemente culpabilizó al imperialismo norteamericano.

Cuando se culpabiliza a la CIA de cualquier ataque de grandes proporciones que ocurra en el mundo, suelo guardar mis reservas. Sin embargo, en esta ocasión no tengo dudas de su participación directa en este atentado contra nuestro país.

Hace poco leí un libro titulado “El legado de la CIA”, donde se cuenta su capacidad y las magnitudes de los hechos en los cuales ha estado involucrada. Se trata del primer servicio secreto del mundo, seguido por el Mossad sionista, la KGB rusa y el G2 cubano. Todas las evidencias mostradas por el gobierno acerca de lo certero y artero del ataque, validado ampliamente mediante los mensajes y declaraciones de los más altos funcionarios del gobierno norteamericano, cuando aquí aún no se sabía lo que había pasado ni la magnitud del daño ocasionado, los ponen ante el mundo en una flagrante evidencia, que se agrava en la medida en que los esos mismos halcones continúan amenazándonos. Además intentan amedrentar a los organismos internacionales, supuestamente neutrales, encargados de velar por la justicia y los derechos humanos en el mundo entero. Con mayor descaro que nunca, los voceros de Trump se jactan de decir que no se avergüenzan al invocar la anacrónica e injusta doctrina Monroe, según la cual América es para los americanos. Es decir, el continente entero les pertenece.

Esta brutal intentona fracasó por dos razones fundamentales: por el decidido apoyo de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y el enorme respaldo popular con el que sigue contando el gobierno de Nicolás Maduro. Si de algo no me cabe dudas, es que hay una sólida base cívico-militar casada con el proyecto revolucionario.

La magnitud de las pérdidas
A la hora de hacer un balance de lo acontecido desde el jueves 7 de marzo hasta la fecha, cuando aún no han sido normalizados en su totalidad los servicios, se debe tomar en cuenta no solamente el gigantesco daño sufrido por el Estado venezolano en el esfuerzo por recuperar los sistemas afectados, sino también las incontables horas académicas perdidas por millones y millones de estudiantes de todos los niveles y por trabajadores de empresas públicas y privadas, así como las pérdidas de comida en cada hogar, restaurantes, supermercados, frigoríficos, etc.

En Maracaibo, específicamente, los daños colaterales son aún mayores. Hay que considerar la presencia del paramilitarismo en el estado Zulia, enquistado particularmente en la economía informal.

Si el paro petrolero de 2002 le costó a la nación más de 20 mil millones de dólares, ¿de cuánto estamos hablando en lo que se considera el mayor ataque sufrido por el país en toda su historia? Ni durante la guerra de independencia, ni en la guerra federal se afectó tanta gente de manera simultánea.

Breves
* A la oposición le debe haber quedado bien claro, que sus intenciones están siendo dirigidas desde el norte, y que las consecuencias de actos tan brutales como los señalados, los padecen por igual todos los venezolanos sin distinción de condición política.

* También deben estar ya convencidos de que ellos no tienen por si solos, la capacidad para tumbar este gobierno.

* Digno de destacar es el estoicismo y la firmeza con la que el pueblo venezolano ha reaccionado. Ni un solo incidente mayor en los barrios de Caracas, las zonas más dramáticamente afectadas. Los analistas de oposición deben estar sopesando la fortaleza de ese pueblo que ellos subestiman, y de esas Fuerzas Armadas Bolivarianas, incondicionales en su postura patriótica.

* Reconocimiento especial merece todo el personal de CORPOELEC, desde sus más altos técnicos hasta los más humildes obreros, que trabajaron sin descanso para reponer el servicio. Lo mismo es válido para las empresas hidrológicas.

* Mención aparte en este espacio merecen las sorprendentes posturas de la revista Forbes, de la cadena CNN y del New York Times, que revelaron, la primera que era posible hacer un atentado como el que sufrimos, por medios cibernéticos; la segunda difundió un video en el cual se explica la forma cómo fue concebido y ejecutado con dos drones el intento de magnicidio el 4 de agosto de 2018; mientras que el NYT reconstruyó la secuencia de hechos que concluyó con la quema de los camiones con supuesta “ayuda humanitaria”, y que fueron incendiados desde Colombia.

* Ayer se cumplieron 16 años de la reunión en la cual Bush, Aznar y Blair decidieron la invasión a Irak, con el costo de 200 mil civiles asesinados y la destrucción de todo un país. Ninguno ha pagado por tantos crímenes.

* Unos poquitos ejemplos de los precios de esta semana: harina de maíz, 5.700; cuatro rollos de papel higiénico 11 mil; arroz 5.000. Salario mínimo: 18 mil…

Eleazar Díaz Rangel

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