Cuba saludó hoy la defensa de la
dignidad latinoamericana y caribeña, al lado de la verdad, la razón y la
justicia frente a la OEA y su Secretario General en contra de la Revolución
Bolivariana en Venezuela.
Una declaración de la Cancillería
cubana asegura que Venezuela no está sola, mientras destaca como no logró
imponerse al Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos una
decisión en contra Caracas, ni darle continuidad a los intentos de aplicar la
Carta Democrática Interamericana a ese país.
Prensa Latina transmite a
continuación el texto del pronunciamiento del ministerio de Relaciones
Exteriores de la mayor nación caribeña:
DECLARACIÓN DEL MINISTERIO DE
RELACIONES EXTERIORES DE CUBA
La sala Simón Bolívar que, para
escarnio del Libertador, ocupa el Consejo Permanente de la decadente y
vergonzosa Organización de Estados Americanos (OEA) fue testigo este 28 de
marzo del combate de sus descendientes -hijos del líder bolivariano Hugo
Chávez-, en defensa de la soberanía, la independencia, la autodeterminación y
la dignidad de Venezuela y de toda Nuestra América.
La batalla librada fue por
principios, en contra de las intenciones imperiales y oligárquicas de truncar
el derecho de los pueblos y los Estados a emanciparse, ejercer su soberanía y
darse el sistema político, económico, social y cultural que libremente elijan.
La OEA que enfrentó a Venezuela es
la misma que endosó agresiones e intervenciones militares; es la que ha
guardado cómplice silencio ante graves violaciones democráticas y de derechos
humanos en todo el hemisferio, que incluyen, entre otras, golpes de Estado,
desapariciones de personas, detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos de
estudiantes, periodistas y líderes sociales; desplazamientos forzados causados
por la pobreza y la violencia; muros, deportaciones, comercio desigual,
contaminación medioambiental, narcotráfico y agresiones culturales.
Es evidente la coincidencia entre
la actual agitación de la OEA y aquel 1962, cuando la conjura era contra Cuba.
El Ministerio de Colonias vuelve a cometer hoy los mismos errores: nuevamente
funcionaron las intensas presiones y chantajes de EE.UU. sobre un grupo de
países, incluyendo los más pequeños y vulnerables; y otra vez se produjo la
actitud sumisa de aquellos que prefieren hincarse y someterse, a enfrentar al
gigante de las siete leguas.
El papel de verdugo correspondió a
un senador y aspirante perdedor al trono del imperio, en las últimas elecciones
presidenciales, y quedará para la historia como evidencia de la necesidad de
cambiar la relación enfermiza entre esa América y la nuestra.
Se confirma la certeza de que la
proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz adoptada por la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños refleja los principios para
tratarnos con respeto y fraternidad entre nosotros y a la vez el reclamo como
países independientes de ser tratados como iguales.
La OEA demostró una vez más su incapacidad
para frenar la execrable e histérica postura de su Secretario General, al
servicio de los centros de poder y en franca violación de la letra y el
espíritu de la propia Carta de esa lamentable organización. Con suficiente
elocuencia, quedó demostrado cómo el Consejo Permanente intervino en asuntos de
la jurisdicción interna de uno de sus Estados miembros, en flagrante
quebrantamiento del artículo 1 de la Carta fundacional.
Sin embargo, no logró imponerse al
Consejo Permanente una decisión en contra de Venezuela, ni darle continuidad a
los intentos de aplicar la Carta Democrática Interamericana a ese país, con la
finalidad de su suspensión, ni aprobar ningún informe u hoja de ruta mal intencionados
e injerencistas.
Se demostró que Venezuela no está
sola. Es motivo de orgullo la valiente defensa de quienes colocaron en alto la
dignidad latinoamericana y caribeña, y se pusieron del lado de la verdad, la
razón y la justicia. La OEA, su Secretario General y su dueño, no podrán con la
Revolución Bolivariana y chavista que dirige el indoblegable presidente Nicolás
Maduro Moros, ni con la unión cívico militar de su pueblo que él encabeza.
Mientras la ignominia y la
vergüenza se retorcían en Washington; en Caracas, ese pueblo bravo, cuyos
derechos humanos y libertades democráticas fueron enaltecidos por la
Revolución, respaldaba a su gobierno y celebraba en las calles la victoria de
la moral y de las ideas bolivarianas.
La Habana, 28 de marzo de 2017
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