domingo, 26 de julio de 2015

La guerra dentro de uno mismo





Soy madre de dos niños de 12 y 2 años; el mayor es huérfano de padre. Soy soltera y trabajo de sol a sol subiendo todos los días desde La Guaira al Junquito. He trabajado cocinando, pintando, limpiando, como cajera, a veces desempleada, pasando penurias... Hoy, afortunadamente tengo un empleo mediana­mente estable... Pero ¿sabe cuál es el chiste de la co­sa? Que mi amada revolución (y mira que bien ama­da) ¡nunca volteó a mirarme! De ahí comencé yo a de­cir la frase: "Soy chavista de corazón, aunque la re­volución no me ha ayudado en nada".

Hubo Misión Vivienda, nada... Hubo Madres del Barrio, nada... Hubo Hijos de Venezuela, nada... Y así gran cantidad de misiones y ayudas, en las cuales cla­ro que estoy censada, pero nunca me tomaron en cuenta, ni siquiera por tener un hijo huérfano de pa­dre, del cual yo soy su único sostén. ¿Sabe por qué? Porque a mi amada revolución la picó el gusano de la burocracia, sí, he visto con dolor que nuestros idea­les revolucionarios y socialistas no fueron inmunes a la enfermedad que mata a todos los gobiernos.

Pero, bueno, eso es harina de otro costal. Esa dejó de ser mi guerra personal porque comprendí que pa­ra llegar a tener un techo digno y estabilidad para mis hijos debía seguir trabajando de sol a sol, que la ayuda de mi revolución estaba condicionada y que si bien a mí no me han ayudado, sí lo han hecho con otras miles de personas y eso es suficiente para que mi corazón esté en paz.

Hoy, mi guerra es otra. Desde que tuve a mis hijos comencé a tener algunos quebrantamientos de sa­lud. Comencé a tener problemas hormonales. Hoy sufro de hipotiroidismo, lo cual ha hecho que tenga un sobrepeso de 31 kilogramos.

Esta obesidad me ha causado algunas morbilida­des como ovarios poliquísticos, fatiga y cansancio fá­cil, enfermedad por reflujo gastraesofágico y he teni­do ya algunos episodios de tensión arterial alta. Lo cierto es que habiendo agotado mis recursos fui a in­ternistas, endocrinos, nutricionistas, psicólogos y no conseguí solucionar mi problema de obesidad, hecho por el cual consulte a un cirujano bariátrico.

El doctor sugirió la cirugía bariátrica por tener un IMC de 35 y por los trastornos de salud que me ha pro­ducido, ya que como él me dice, soy una bomba de tiempo.

La cuestión es que decidí que lo iba a hacer, no po­día contar con la póliza de seguro que paga mi empre­sa porque aunque usted no lo crea, mi patrono nos pa­ga una póliza de HCM de Bs 30.000. Me fui al BCV a solicitar la ayuda para la operación, me llamaron, me entrevistaron, todo iba viento en popa... ¿Y qué cree? ¡Nada!

Por los ovarios poliquísticos sufro más de dos de­rrames por mes y se me baja la hemoglobina. Tampo­co tomo en cuenta que tengo una gastritis en avance por el reflujo gastroesofágico. Tengo episodios de ten­sión alta. Entonces yo pregunto: ¿cómo una sola per­sona puede decidir tu calidad de vida? Yo solo sería una persona más que creyó, que confió en que sí se podía.

Siempre creeré en mi revolución, no importa si las cosas no van bien ahorita, porque para mí no es una condición del momento, es algo que me corre en las venas por haber nacido venezolana y es en estos tiempos malos que debemos ponernos la mano en el corazón y luchar con uñas y dientes por nuestra pa­tria soberana.

KATIUSCA CAROLINA BLANCO BARCENAS

V-17.079.485

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