18 Ene. 2015 -El siguiente
fragmento de la novela La Casa de los Espíritus, de Isabel Allende, coincide
tanto con la realidad actual venezolana que parece que la escritora se hubiera
venido a Caracas hoy a escribir sobre lo que observa en la ciudad.
Es la misma historia de la derecha,
la misma provocación, la misma desestabilización, lo mismo el caso de Chile en
1973, que inspiró este relato, que lo que se vive en Venezuela ahora. Ficción y
realidad, realismo mágico.
La organización era una necesidad,
porque «el camino al socialismo» muy pronto se convirtió en un campo de
batalla. Mientras el pueblo celebraba la victoria dejándose crecer los pelos y
las barbas, tratándose unos a otros de compañeros, rescatando el folklore
olvidado y las artesanías populares y ejerciendo su nuevo poder en eternas e
inútiles reuniones de trabajadores donde todos hablaban al mismo tiempo y nunca
llegaban a ningún acuerdo, la derecha realizaba una serie de acciones
estratégicas destinadas a hacer trizas la economía y desprestigiar al Gobierno.
Tenía en sus manos los medios de
difusión más poderosos, contaba con recursos económicos casi ilimitados y con
la ayuda de los gringos, que destinaron fondos secretos para el plan de
sabotaje. A los pocos meses se pudieron apreciar los resultados.
El pueblo se encontró por primera
vez con suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas y comprar algunas
cosas que siempre deseó, pero no podía hacerlo, porque los almacenes estaban
casi vacíos.
Había comenzado el
desabastecimiento, que llegó a ser una pesadilla colectiva. Las mujeres se
levantaban al amanecer para pararse en las interminables colas donde podían adquirir
un escuálido pollo, media docena de pañales o papel higiénico.
El betún para lustrar zapatos, las
agujas y el café pasaron a ser artículos de lujo que se regalaban envueltos en
papel de fantasía para los cumpleaños.
Se produjo la angustia de la escasez,
el país estaba sacudido por oleadas de rumores contradictorios que alertaban a
la población sobre los productos que iban a faltar y la gente compraba lo que
hubiera, sin medida, para prevenir el futuro.
Se paraban en las colas sin saber
lo que se estaba vendiendo, sólo para no dejar pasar la oportunidad de comprar
algo, aunque no lo necesitaran. Surgieron profesionales de las colas, que por
una suma razonable guardaban el puesto a otros, los vendedores de golosinas que
aprovechaban el tumulto para colocar sus chucherías y los que alquilaban mantas
para las largas colas nocturnas. Se desató el mercado negro.
La policía trató de impedirlo, pero
era como una peste que se metía por todos lados y por mucho que revisaran los
carros y detuvieran a los que portaban bultos sospechosos no lo podían evitar.
Hasta los niños traficaban en los patios de las escuelas.
En la premura por acaparar
productos, se producían confusiones y los que nunca habían fumado terminaban
pagando cualquier precio por una cajetilla de cigarros, y los que no tenían
niños se peleaban por un tarro de alimento para lactantes.
Guerra Económica: Venezuela 2013 /
2014 - Chile 1972
Después de la derrota electoral del
14 de abril de 2013 y de agotar las acciones desestabilizadoras para desconocer
los resultados, la ultraderecha venezolana asesorada por agentes
estadounidenses, cambió su táctica. Y el guion se repite como en el Chile de
Allende (años '70) iniciándose un sabotaje económico para derrocar al gobierno,
en vísperas de las elecciones municipales (8 de diciembre).
Las fuerzas se reacomodan y el
gobierno por medio de sus instituciones busca una alianza con los trabajadores
y el pueblo organizado, para enfrentar el acaparamiento y la especulación, como
factores principales de la actual guerra económica que se desarrolla en
Venezuela.
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