La trágica
desaparición del abogado y diputado revolucionario Robert Serra nos ha afectado de manera
significativa. Y ha traído a la memoria
aquella expresión de Simón Bolívar, al
enterarse del asesinato de Antonio José de Sucre, "Santo Dios. Se ha derramado la
sangre de Abel... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me
quitó la vida".
Esta cruel noticia mermó de manera
considerable el maltrecho organismo de Bolívar.
Libertador, la trágica escena se
repite en otro lugar y en otro tiempo, pero las circunstancias que la originan son las mismas. Nos quieren coartar nuestro
derecho a ser libres.
Causa dolor mirar algunos
venezolanos regocijados con la lamentable muerte de este joven político. Padre
Numa Molina, estos personajes pregonan y se dicen llamarse cristianos. Qué
manera tan extraña de ir de la mano la fe y la razón. Caín está vivo.
Quizá los nombres de los autores
materiales e intelectuales del asesinato de Robert Serra nunca se sepan, por la
manera profesional como realizaron su crimen, pero todos sabemos quiénes son. Estos
asesinos continuaran con su macabra tarea de desaparecer muchos "abeles". Pero estos sacrificios
nos indican que la revolución avanza más viva que nunca. Don quijote dixit "los
perros ladran Sancho señal de que vamos avanzando"
Sucre, Simón Bolívar, Hugo Chávez,
Robert Serra están vivos.
Noel Martello
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