Uno de los retos que tiene este proceso revolucionario es la organización política del sector obrero. Realmente ha sido complejo lograr en estos diez años, una verdadero movimiento de la clase trabajadora.
Un auténtico movimiento revolucionario obrero debe tomar en cuenta los siguientes aspectos:
En primer lugar, la conciencia de clase. Este proceso está llamado a hacerle ver a los trabajadores de este país, su aporte en la economía; sobretodo cuando el sistema opresor ha vendido la falsa idea, que el capital es la fuente de la riqueza. Es urgente que los trabajadores tengan la claridad sobre lo que ellos generan a la suma de bienes materiales de las empresas, y que capital sin mano de obra no es nada. Para profundizar la conciencia de clase, tenemos que desmontar y tener cuidado con todo tipo de clasificación o de tabulación que aún cuando esté legalizada, va siempre a agudizar las divisiones dentro de la clase obrera o trabajadora y no buscará capacitar técnicamente al personal.
La conciencia de clase, crea entre otras cosas, la unidad, y éste es el segundo aspecto. Si el gobierno revolucionario incentiva con eficacia la capacitación de los trabajadores, por un lado se alcanza la nivelación técnica que a su vez hace posible relaciones de “igualdad profesional”, o por lo menos se reducen las brechas institucionalizadas por el famoso tabulador. La unidad de los obreros es clave para combatir a las mafias de sindicaleros y de tecnócratas.
Como tercer y último aspecto, es primordial, la colectivización de los medios de producción y la transformación de los modos de producción. La capacitación tecno-productiva y formación ideológica para la organización política es uno de los pilares para éste último aspecto. Todo esto representa más trabajo y requiere más ética; pero repercute concretamente en orden a la igualdad y al ideal utópico de una sociedad más humana y más justa, propuesta por el socialismo.
Un auténtico movimiento revolucionario obrero debe tomar en cuenta los siguientes aspectos:
En primer lugar, la conciencia de clase. Este proceso está llamado a hacerle ver a los trabajadores de este país, su aporte en la economía; sobretodo cuando el sistema opresor ha vendido la falsa idea, que el capital es la fuente de la riqueza. Es urgente que los trabajadores tengan la claridad sobre lo que ellos generan a la suma de bienes materiales de las empresas, y que capital sin mano de obra no es nada. Para profundizar la conciencia de clase, tenemos que desmontar y tener cuidado con todo tipo de clasificación o de tabulación que aún cuando esté legalizada, va siempre a agudizar las divisiones dentro de la clase obrera o trabajadora y no buscará capacitar técnicamente al personal.
La conciencia de clase, crea entre otras cosas, la unidad, y éste es el segundo aspecto. Si el gobierno revolucionario incentiva con eficacia la capacitación de los trabajadores, por un lado se alcanza la nivelación técnica que a su vez hace posible relaciones de “igualdad profesional”, o por lo menos se reducen las brechas institucionalizadas por el famoso tabulador. La unidad de los obreros es clave para combatir a las mafias de sindicaleros y de tecnócratas.
Como tercer y último aspecto, es primordial, la colectivización de los medios de producción y la transformación de los modos de producción. La capacitación tecno-productiva y formación ideológica para la organización política es uno de los pilares para éste último aspecto. Todo esto representa más trabajo y requiere más ética; pero repercute concretamente en orden a la igualdad y al ideal utópico de una sociedad más humana y más justa, propuesta por el socialismo.
Martín Zapata