Hace muchos años, más allá de los montes más lejanos, tras los océanos más remotos, allende los desiertos más distantes, por encima de los ríos más apartados, después de los abismos más improbables, había un gallinero.
En ese gallinero había gallinas y un gallo de alta jerarquía y prosapia. Y afuera había una gallinita de lo más simpática, pero sin pompa, que soñaba emparejarse con aquellas gallináceas. Un día tomó impulso y saltó la talanquera. Inmediatamente las gallinas encopetadas la rechazaron y le gritaron improperios propios del vocabulario de la aristocracia:
— ¡Chusma! ¡Horda! ¡Desdentada! ¡Patenelsuelo!
Le hicieron a la gallinita comentarios sobre su madre y otras expresiones exquisitas como las que siempre oímos a las estirpes finas.
Pero en medio del tumulto el señor gallo observó a la gallinita y, aunque ya las otras la tenían medio desplumada, aún lucía atractiva. Detuvo la agresión y acogió a la gallinita como parte de su harén. Crecieron los pollitos de la gallinita con los de las gallinotas y el enojoso incidente fue olvidado.
Pero héteme aquí que otro día otra gallinita, similar a la primera, saltó la talanquera. Doy cinco segundos para adivinar quién fue la primera que salió desmelenada a rechazar a la nueva gallinita...
En ese gallinero había gallinas y un gallo de alta jerarquía y prosapia. Y afuera había una gallinita de lo más simpática, pero sin pompa, que soñaba emparejarse con aquellas gallináceas. Un día tomó impulso y saltó la talanquera. Inmediatamente las gallinas encopetadas la rechazaron y le gritaron improperios propios del vocabulario de la aristocracia:
— ¡Chusma! ¡Horda! ¡Desdentada! ¡Patenelsuelo!
Le hicieron a la gallinita comentarios sobre su madre y otras expresiones exquisitas como las que siempre oímos a las estirpes finas.
Pero en medio del tumulto el señor gallo observó a la gallinita y, aunque ya las otras la tenían medio desplumada, aún lucía atractiva. Detuvo la agresión y acogió a la gallinita como parte de su harén. Crecieron los pollitos de la gallinita con los de las gallinotas y el enojoso incidente fue olvidado.
Pero héteme aquí que otro día otra gallinita, similar a la primera, saltó la talanquera. Doy cinco segundos para adivinar quién fue la primera que salió desmelenada a rechazar a la nueva gallinita...
Roberto Hernández Montoya
1 comentario:
Mi nombre es Judith Casanova. Edito La Columna de Caricuao desde 1993. Desde el año pasado tengo un blog con el mismo nombre del periódico http//:lacolumnadecaricuao.blogspot.com . Por pura casualidad me topé con su bitácora y me parece excelente. Les deseo mucho éxito. Espero un comentario sobre mi trabajo. Gracias
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