(Artículo originalmente publicado en Todosadentro, sábado 26 de agosto de 2006)
Una de las campañas publicitarias más denigrantes que he visto en mi larga vida de víctima de la propaganda es esa que muestra a tres jóvenes idiotas capaces de hacer “lo que sea” por una cerveza ligera.
Conste que no lo digo porque sea abstemio. Por el contrario, empino el codo con frecuencia, pero me parece denigrante que se convierta en algo digno de encomio y admiración el haber llegado a tan temprana edad a la dependencia alcohólica.
El slogan vino a mi mente viendo algunas de las escenas de la naciente campaña del candidato “unitario”, Manuel Rosales. Unos cuantos individuos -nada jóvenes pero sí bastante idiotas- han demostrado que son capaces de hacer cualquier cosa siempre que sea contra el presidente Chávez.
Por ejemplo, vi a Teodoro Petkoff al ladito de Rosales, aguantando el asco, cuando éste contestaba una pregunta acerca de las razones por las cuales su principal colaborador en materia de seguridad en la gobernación de Zulia es el conocido esbirro Henry López Sisco.
Lo vi en televisión, pero aún así noté que Teodoro estiraba el cuello como un pelícano cuando se traga un pez y trataba de poner una cara de desentendido, como si él, en realidad, nada tuviese que ver con el asunto. “Se está tragando sus palabras o tal vez, lo que le quedaba de dignidad”, me dije.
Mi memoria voló a la época de las masacres de Yumare y El Amparo y recordé a aquel Teodoro diputado del MAS, dando discursitos en el Congreso y declaraciones a la prensa en contra de aquellas violaciones a los derechos humanos inequívocamente atribuidas al referido espécimen policíaco.
Siguiendo el paralelismo con la cuña, Teodoro siempre tendrá el consuelo de que en esa rara coalición rosalista hay tipos mucho, pero muchísimo más arrastrados que él, es decir, individuos capaces de hacer cosas aún peores con tal de probar el licor del poder. Por ejemplo, los jefes de Bandera Roja. Después de todo, para la época de Yumare, Teodoro ya era un carcamal de la izquierda domesticada mientras Bandera Roja seguía tratando de derrocar al sistema mediante la lucha armada.
Pero en lo que a mí respecta, esa actitud de Petkoff me pareció mucho más merecedora de la consabida birra suave que las patéticas actuaciones de los supuestos ultraizquierdistas. Debe ser porque de Bandera Roja ya no me sorprende nada.
Ese señor con el pescuezo estirado me hizo pensar en que, a la hora de explicar su idiotez, los émulos de Sandra, Chicho y Tanque al menos pueden alegar que han sido víctimas de despiadadas campañas publicitarias a la más tierna edad. Teodoro, ni eso.
Conste que no lo digo porque sea abstemio. Por el contrario, empino el codo con frecuencia, pero me parece denigrante que se convierta en algo digno de encomio y admiración el haber llegado a tan temprana edad a la dependencia alcohólica.
El slogan vino a mi mente viendo algunas de las escenas de la naciente campaña del candidato “unitario”, Manuel Rosales. Unos cuantos individuos -nada jóvenes pero sí bastante idiotas- han demostrado que son capaces de hacer cualquier cosa siempre que sea contra el presidente Chávez.
Por ejemplo, vi a Teodoro Petkoff al ladito de Rosales, aguantando el asco, cuando éste contestaba una pregunta acerca de las razones por las cuales su principal colaborador en materia de seguridad en la gobernación de Zulia es el conocido esbirro Henry López Sisco.
Lo vi en televisión, pero aún así noté que Teodoro estiraba el cuello como un pelícano cuando se traga un pez y trataba de poner una cara de desentendido, como si él, en realidad, nada tuviese que ver con el asunto. “Se está tragando sus palabras o tal vez, lo que le quedaba de dignidad”, me dije.
Mi memoria voló a la época de las masacres de Yumare y El Amparo y recordé a aquel Teodoro diputado del MAS, dando discursitos en el Congreso y declaraciones a la prensa en contra de aquellas violaciones a los derechos humanos inequívocamente atribuidas al referido espécimen policíaco.
Siguiendo el paralelismo con la cuña, Teodoro siempre tendrá el consuelo de que en esa rara coalición rosalista hay tipos mucho, pero muchísimo más arrastrados que él, es decir, individuos capaces de hacer cosas aún peores con tal de probar el licor del poder. Por ejemplo, los jefes de Bandera Roja. Después de todo, para la época de Yumare, Teodoro ya era un carcamal de la izquierda domesticada mientras Bandera Roja seguía tratando de derrocar al sistema mediante la lucha armada.
Pero en lo que a mí respecta, esa actitud de Petkoff me pareció mucho más merecedora de la consabida birra suave que las patéticas actuaciones de los supuestos ultraizquierdistas. Debe ser porque de Bandera Roja ya no me sorprende nada.
Ese señor con el pescuezo estirado me hizo pensar en que, a la hora de explicar su idiotez, los émulos de Sandra, Chicho y Tanque al menos pueden alegar que han sido víctimas de despiadadas campañas publicitarias a la más tierna edad. Teodoro, ni eso.
José Pilar Torres torrepilar@hotmail.com