Los domingos de Díaz Rangel
Los pobres y la universidad
Por: Eleazar Díaz Rangel
Dirigía la Escuela de Comunicación Social de la UCV cuando recibí un informe sobre el estado socioeconómico de los 150 estudiantes que habían ingresado el año anterior: sólo uno era del nivel más pobre, equivalente a E, y 12 al inmediatamente superior (D). A pesar de que a esos estratos pertenecía casi el 80% de la población, se aceptaba menos del 10%. ¿Qué podía hacer? Poco o nada. De esos 150, la Escuela había logrado que 50 ingresaran luego de superar una prueba especial de admisión. Propuse y así se aprobó en el Consejo de Escuela, que cada vez que dos alumnos de colegios privados y liceos públicos pasaran el examen con la misma nota, se favoreciera a los que venían de los liceos.
Muchos años después conocí la tesis doctoral La exclusión de los pobres de la educación superior venezolana, de Eduardo Morales Gil, aprobada con mención Sobresaliente en la Universidad Simón Bolívar.
Nos impresionó también que en este diario se publicaron varios trabajos basados en su libro, en diciembre de 2003. Allí se refleja esa realidad que vi entre quienes aspiraban a estudiar Comunicación Social, insignificante muestra de lo que entonces sucedía en toda nuestra educación superior.
Voy a mostrarles dos ejemplos:
Primero el de la UCV, tenida tradicionalmente como la más democrática. Vean este primer dato: en 1981, el 65,19% de sus alumnos venía de los liceos oficiales y 34,75% de los colegios privados; en el año 2000 esa proporción cambió radicalmente: 22,45% de los liceos, y 71,24% de los privados.
En el 81, de las clases más altas (A y B) entró la tercera parte de sus nuevos alumnos (32,58%) y de las más bajas (D y E) 21,77%, pero 20 años después esos porcentajes fueron 53,29 (A-B) y 6,59 (D-E), respectivamente.
El promedio en 20 años fue de 48% niveles A y B, 36% clases medias y 13% de los pobres, de los cuales sólo 1% llegaba de los niveles de mayor pobreza.
Cabe preguntarse si en alguna agenda del Consejo Universitario este grave problema de la exclusión de los pobres, que se acentuaba cada año, fue motivo de discusión. Seguramente no, y en el supuesto negado de que lo hubiesen discutido no tomaron ninguna medida, pues las tendencias excluyentes no hicieron sino aumentar.
Veamos ahora el caso de la Universidad Simón Bolívar, tenida como la mas elitesca.
Comenzó en 1971 recibiendo 42,32% de los liceos y 57,68% de los privados, pero en 1999 sólo aceptaba 8,89% de los liceos y ¡84,07% de los privados.
En cuanto a los niveles socioeconómicos, 51,61% eran de los más altos (A y B) y 13% de los más bajos en 1981, pero en 1999 el 74,45% era de A y B, y 0 93% de la D y ninguno de E. Cada día se hacía más inaccesible a los pobres.
¿Qué pensaron en el Consejo Superior de la USB cuando conocieron esta realidad mostrada irrefutablemente en una tesis doctoral de esa universidad?
¿Se interesaron por esas estadísticas? ¿Les preocupó saber cómo cada día se hacía más elitesca, donde tan difícil era ingresar para un liceísta pobre? ¿Cómo se explica que la USB, que cada año recibe del Estado venezolano 200 mil millones de bolívares, no pueda destinar un insignificante porcentaje para becar a estudiantes pobres?
He mostrado las estadísticas de estos extremos, pero el problema se extiende a toda la educación superior, incluidos los institutos de formación militar.
Naturalmente que este de la exclusión de los pobres no puede atribuirse a la autonomía universitaria, pero se ha desarrollado hasta los niveles a que ha llegado mientras los más fervientes defensores autonómicos parece que nunca pensaron que fuese un problema que les compete.
1 comentario:
El problema se ataca mejorando la calidad de la educacion de las escuela y los liceos.
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