Lo que CNN no decía lo puso blanco
sobre negro la canciller bolivariana Delcy Rodríguez, señalando que el tal
Misael López es un farsante que intentó sacar ilegalmente dinero de Iraq
usurpando la identidad de funcionario venezolano, además tramita nacionalidad
española, y si faltara algo tiene fama de acosador sexual, explícitamente
denunciado por una empleada de la embajada en Bagdad. O sea, que se trata de un
dilecto compinche de su tocayo Leopoldo López puesto que acumula en su Facebook
fotos posando con la esposa del golpista, Liliana Tintori y con la abogada del
preso de Voluntad Popular, Ana Argotti. No le falta nada para que cualquiera
que quisiera tipificarlo, lo muestre como un “agente” al servicio de los de
siempre, y por ello ahora se refugia en Miami, dónde si no. Pero, claro,
todos estos datos no entran en los cánones “morales” e “informativos" de la
cadena con sede en Atlanta.
Desde otro andarivel parecido pero
en este caso europeo, el genocida José María Aznar y el creador de los
Escuadrones de la Muerte para asesinar a militantes vascos (el famoso GAL),
Felipe González, se sumaron a la campaña exigiendo que la OEA suspenda a
Venezuela por “mantener presos políticos”. Estos dos caraduras que deberían ser
juzgados por asesinos seriales por el Tribunal de La Haya, se rodearon de
lo peor de cada casa para vociferar tal exigencia,: allí estuvieron
arropándolos, el líder del partido derechista “Ciudadanos", Albert Rivera,
el presidente del consejo de administración del Grupo PRISA (editor de EL PAÍS
español), Juan Luis Cebrián, el ex alcalde derechista de Madrid, Alberto
Ruiz-Gallardón, el ex jefe de la OTAN Javier Solana (alias “el carnicero de
Bagdad") y Leopoldo López padre, quien gimoteó por “la mazmorra” en que
tienen a su hijo los “déspotas” de Caracas. El gran problema de estos
“demócratas” es que desesperadamente buscan un protagonismo que ya no tienen en
sus países, donde Aznar y González, son considerados símbolos explícitos de
corrupción, tortura y muerte.
A pesar de todos estos ataques, es
indiscutible que en Venezuela manda el pueblo y no los amigos de Obama y de
Trump, dos caras de la misma moneda de la agresión imperialista. Por un lado,
la CNN ya no está en el aire por decisión gubernamental, algo que los que
realmente defendemos la libertad de expresión lo celebramos alborozados, para
que no se siga ensuciando la profesión periodística con franquicias del
terrorismo mediático. Así es que se gobierna cuando un plan subversivo de
envergadura se abate día tras día contra un país.
Por más que los grandes dueños de medios hegemónicos nucleados en la SIP pongan
el grito en el cielo, o que el bocazas de la Casa Blanca amenace con más
sanciones si Nicolás Maduro no pone en libertad a Leopoldo López, a
"Venezuela se la respeta" como bien sentenciaba Hugo Chávez. En ese
camino de actuación contundente, la Patria de Bolívar y Zamora seguirá
recogiendo la solidaridad de los que en el continente no se dejan intoxicar por
las mentiras ni retroceden ante las amenazas. Contra esa hermandad
indestructible no podrán ni la CNN, ni Aznar y González, y mucho menos Trump.