He
visto por internet algunos videos en los cuales reflejan tiempos pasados. Donde
muestran añejas fotografías de artículos de consumo masivo. Publicidades
exitosas de esos productos. Personajes televisivos quienes mediante esos anuncios
proyectaron los objetos y a la vez ellos se proyectaron en el subconsciente de
los consumidores. Muchos sienten añoranzas y hasta expresan “que todo tiempo
pasado fue mejor”. También los hay quienes dicen que “éramos felices y no lo
sabíamos”. Habrá que preguntarles el porqué.
El
avance tecnológico va desplazando velozmente el uso de unos bienes por otros
más sofisticados, obsolescencia programada la llaman, ya sean necesarios o aquellos
denominados bienes superfluos.
Pero
afortunadamente hay descubrimientos que aunados a la tecnologías son vitales,
verbigracia la electricidad, y su ausencia nos incomoda. Y pongo como ejemplo
lo siguiente: la tarde del viernes pasado me disponía a tomar un vaso de agua,
no pude hacerlo pues la falta del fluido eléctrico no permitió funcionar al
filtro eléctrico de agua. Siempre tomo el agua filtrada a temperatura natural.
Además no acepto que me la privaticen consumiendo “agua potable”, “agua
mineral” de botellón o “agua saborizada”, en un país donde se malbarata tanto
el precioso líquido.
Después
del vano intento de beber agua opté por hacerme un café. Tampoco pude, la
cocina enciende mediante una chispa eléctrica. Traté de llamar por teléfono a algún
conocido que supiera por qué fallaba la electricidad, tampoco pude comunicarme.
El aparato no funciona sin corriente eléctrica. Como había olvidado recargar la
pila del celular no me atreví a usarlo, para ahorrar la poca carga, por si la
contingencia era grave. Entonces para qué insistir con la radio o el internet.
El apagón duro aproximadamente cuarenta y cinco minutos, para mi
tranquilidad. Por cierto, a la hora de escribir esta nota,
lunes nueve de la noche, la red no funciona.
Si esta incomodidad se le presenta a un simple
mortal, ustedes se imaginan lo que puede suceder a una nación si le fallan
servicios estratégicos como la electricidad y de comunicación; imprescindible
como el agua y en nuestro caso la industria petrolera. El alto gobierno habrá tomado las previsiones si
el imperio y sus adláteres deciden sabotear esos servicios. También hay que
considerar la posibilidad de ser víctimas de una guerra biológica. No es
fortuito que en el 2014, año de las guarimbas y el inicio de la guerra
económica gran parte de nuestra población sufrió por primera vez el contagio de
la fiebre chikungunya y la consiguiente desaparición de algunas medicinas.
Por
último se debe tomar muy en cuenta lo expresado en televisión por el analista
político Oscar Schemel “A Venezuela la cocinan a fuego lento para generar un
estado de caos”.
Noel
Martello