sábado, 26 de diciembre de 2009

Navidad sufrida

En una sesión tan larga como la de su piedad a medio palo, se ponen a increpar, e inclusive insultar al Niño Dios, supuestamente culpable de la inclemencia e injusticia de los tiempos. ¡Todo lo contrario de un "Alabaré, alabaré" carismático! "¡Dinos, Chuito, por qué esa m... de propietario vecino nos ha robado nuestras tierras! ¡Dime por qué tengo que prostituirme para levantar a mi niño! ¿Por qué permitiste que mi hermano fuera a parar a la cárcel, como si fuera gran cosota la bicicleta que robó al hijo del patrón? ¡Hasta cuándo, Salvador de todos, tendremos que seguir recogiendo la hoja de coca de sol a sol, bajo un calor o un frío espantoso! ¡Dinos, Condenado, por qué no acaba de ser verdad la promesa de aumento de salario por parte del amo!"... Felizmente, a esa hora, el Niño divino recién nacido duerme profundamente.

No hay peligro, pues, de que se ofendan demasiado sus oídos inocentes, por el asalto de reclamos subidos de tono...

Pero si a ver vamos, ¿y si el Dios de los cristianos hubiera venido en Navidad para escuchar esos gritos de desespero e insultos? ¿Y si hubiera venido precisamente para aguantar las blasfemias y los improperios de los niños, mujeres y hombres de la calle; para escuchar los gritos de los presos, torturados, humillados, violados y violentados de todos los Guantánamo y cárceles del mundo entero? ¿Para sufrir, con todos, los penosos desnudamientos de cuerpo y alma? El Niño de Belén todavía no sabe nada de lo que le espera.

Duerme plácidamente en los brazos de su madre. Pero su silencio ya está cargando con los llantos ahogados, palabras desesperadas, frustraciones y humillaciones, golpes y escupitajos sufridos a lo largo de los siglos. Él todavía no lo sabe. Pero 33 años después, torturado a muerte, estará de nuevo, desnudo, en brazos de su madre, hecho piltrafa humana. ¡Realmente es hermano de todos "los condenados de la Tierra"!

Bruno Renaud
Sacerdote de Petare

lunes, 14 de diciembre de 2009

UN NIÑITO ESTÁ LLORANDO



Un niñito está llorando, muy cerquita de usted, es Cristo recién nacido, que le dice "tengo sed, tengo sed de que se amen, tengo sed de paz y bien, tengo sed de que los hombres, no me ignoren esta vez.
Yo no nazco en Galilea, nazco en cada corazón, yo no nazco un día al año, nazco junto con el sol.
Y yo les digo a aquellos hombres, que festejan Navidad, si se acuerdan que he nacido, qué dones me brindarán.
Yo no quiero aquellos dones de los magos del portal, quiero corazones vivos que vivan por los demás"
Y Cristo sigue viniendo, nosotros sin contestar, comemos, nos divertimos, sin pensar que más allá, hay niños que no comprenden porque no tienen papás, y otros que los tienen, pero ni una caricia les dan.
Y viejos muriendo solos en las salas de un hospital, obreros de hombros cansados, jóvenes sin ideal.
Y mujeres en una esquina y borrachos en el umbral, un mundo que está esperando la paz que vos no le das.
Y Cristo sigue, sigue pidiendo, que nos decidamos a amar, demostremos que Dios no ha muerto y en su pueblo es Navidad.

Interprete: Patricia Sartor